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Congruencia tras el 24-M

La Razón
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El escenario político previsto tras las elecciones municipales y autonómicas del 24-M pondrá a prueba la escala de valores de los partidos y en qué medida están dispuestos a supeditar sus intereses particulares a los generales. La fragmentación del voto deparará, en líneas generales, instituciones públicas con dificultades para establecer mayorías de gobierno. El caso andaluz ha sido, en este sentido, paradigmático. El bloqueo institucional de la Junta, después de tres votaciones en las que Susana Díaz no logró ser investida en el Parlamento, ha sido una agria experiencia de la que aprender. Andalucía se encuentra hoy en una situación de interinidad. Hay responsabilidades varias en el estancamiento andaluz, y la presidenta en funciones, que lo provocó sin necesidad, corre con una parte no menor de la misma. Los partidos emergentes han quedado también retratados al alimentar la parálisis de la comunidad por mero tacticismo cortoplacista. Se ha demostrado que votar a Ciudadanos está lejos de significar votar al PP. En todo este fenomenal enredo, sólo los populares han puesto sobre la mesa la fórmula que garantiza la estabilidad imprescindible: un pacto en torno al gobierno de la lista más votada. Con el paso del tiempo, y las graves complicaciones que se atisban en un horizonte político atomizado, la salida planteada por los populares es la única tolerable, plenamente democrática y que preserva de la mejor forma posible el mandato de las urnas. Tras el 24-M, pasada la campaña, será hora de acabar con la anomalía andaluza, y el presidente del Gobierno está dispuesto a que eso se produzca. Mariano Rajoy tiene prevista una conversación con Susana Díaz para ofrecer de nuevo el acuerdo global de apoyo a la lista más votada y evitar la posibilidad indeseable de celebrar nuevas elecciones en la comunidad, que sólo agudizarían los perjuicios de la provisionalidad actual. Es una mano tendida que la líder del PSOE debe aceptar como un compromiso por la gobernabilidad que, de paso, limitaría las posibilidades de que algún minoritario trabara las instituciones. Sería deseable además que Ciudadanos estuviera a la altura de lo que presume y que reforzase ese acuerdo de ganadores en favor del interés de la gente. Que los socialistas, Ciudadanos o Podemos opten por burlar la voluntad democrática de los electores con reediciones del pacto del Tinell y la aplicación del «cordón sanitario» contra el PP sería un tremendo error que, más tarde o más temprano, se revolvería contra sus protagonistas, como ya ocurrió en anteriores oportunidades. El momento político exige a los grandes partidos estar a la altura y no fallar a la sociedad con una lectura oportunista y reduccionista del escenario. Tomar atajos precipitados suele acabar en gobiernos débiles, y estos salen muy caros al interés general.