Resultados Elecciones Generales 2016
El error histórico de condenar al país a unas terceras elecciones
El Comité Federal del PSOE evidenció ayer que el otro gran partido de gobierno de España, además del PP, está sumido en una crisis de liderazgo, proyecto y resultados. Más de seis horas de cónclave y medio centenar de intervenciones se saldaron con nula autocrítica por parte del secretario general, Pedro Sánchez, después de haber cosechado los dos peores resultados de los socialistas en la reciente historia de la democracia, y la división entre los barones sobre la estrategia a seguir tras el revés del 26-J. Sin duda, el que esperara un discurso de Sánchez que marcara un rumbo claro para el partido en el complejo horizonte que se avecina se debió sentir decepcionado. Tras casi dos semanas de silencio y de retiro, el secretario general socialista no aportó soluciones ni para su formación ni para el país y se perdió en un circunloquio de contradicciones y de retórica que sólo demostró hasta qué punto ignora o relativiza el crucial momento que atraviesa la nación. Pedro Sánchez confirmó su estrategia obstruccionista. Si de él depende, España no tendrá gobierno en el Parlamento salido del 26-J. Refrendó que no permitirá por activa ni por pasiva el único gabinete posible, que es el encabezado por Mariano Rajoy, pero al mismo tiempo cerró toda posibilidad de intentar conformar una alternativa y ratificó que el PSOE está y estará en la oposición. O lo que es igual, bloqueará la única salida factible, tolerable y conveniente a la provisionalidad actual, a sabiendas de que esa posición nos abocará a la nada o, lo que es más alarmante, a unas terceras elecciones generales, que, eso sí, todos en el Comité Federal entendieron como una catástrofe. En eso coincidieron con Mariano Rajoy, que habló de una «insensatez que no olvidaríamos nunca». Esa falta de audacia de Pedro Sánchez, sin duda provocada por su liderazgo débil después de encajar derrota tras derrota, se dejó sentir aún más en su incapacidad para cerrar la brecha abierta entre los barones a propósito de qué hacer para asegurar la estabilidad de España, la posibilidad de esa última abstención a Rajoy o de un gobierno con Podemos y el resto de las fuerzas de izquierda. Es una herida que los socialistas no supieron o no pudieron cerrar, hasta el punto de que dieron por supuesto un nuevo Comité Federal antes de una segunda votación de investidura del presidente del Gobierno. Por lo visto y oído ayer, el PSOE prefirió convertirse en parte del problema y no de la solución a la interinidad del país. Fue un nuevo error de los que Pedro Sánchez y su Ejecutiva han acumulado estos meses. Con su veto a Rajoy, no debilita al PP, que probablemente saldrá reforzado como el único que quiere dialogar y pactar para sacar el país adelante, sino que perjudicará a los ciudadanos, a España y a su propia formación. Sánchez sufre un déficit de coraje político para adoptar decisiones difíciles y explicárselas a la opinión pública. Nada ha aprendido de sus reveses. Ha optado por una huida suicida hacia ninguna parte en lugar de arrimar el hombro, liderar a la izquierda moderada y contribuir a que España afronte sus desafíos en las mejoras circunstancias. Su obstruccionismo le empequeñece tanto como su pésimo balance electoral. Aún faltan días para la investidura y los dirigentes del PSOE, todos, deben meditar sobre la responsabilidad histórica que contraerán en esas votaciones. Si vuelven a fallar a la gente, si la condenan a más meses de incertidumbre, incluso a unas terceras elecciones, tendrán que estar preparados para asumir las consecuencias. Esperamos y deseamos que las voces sensatas, que las hay y no son pocas, estén en condiciones de recordar lo que ha sido y debe ser el PSOE y actuar en consecuencia.
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