Estados Unidos
El populismo también opera en Estados Unidos
La complejidad del sistema electoral norteamericano, en el que no sólo juegan los habituales factores sociales y territoriales de las democracias occidentales sino otros de carácter técnico y organizativo que pueden inclinar la balanza de un Estado clave, como Florida, por un puñado de votos, añade dramatismo a unas elecciones presidenciales que, de partida, parecían un paseo militar para la candidata demócrata, Hillary Clinton. Y, sin embargo, las encuestas, aunque favorables a la ex secretaria de Estado y ex primera dama, no permiten descartar el triunfo de un «outsider» de la política, de zafias maneras, discurso simplista y repudiado por la mayoría de los líderes de su propio partido. Pero no hace falta buscar alambicadas explicaciones para comprender cómo Donald Trump se mantiene en la carrera contra todo pronóstico. Como en el resto de Occidente, Estados Unidos también se ha visto afectado por la crisis económica y financiera internacional, con su larga cohorte de ciudadanos damnificados, a los que todavía no llegan los beneficios de la recuperación. Y como en Europa, también los políticos populistas se aprovechan del miedo y la rabia de una ciudadanía desorientada, a la que se ofrecen soluciones fáciles a sus problemas y enemigos a los que culpar.
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