Nacionalismo
El reto del constitucionalismo ante el 21-D
Las últimas elecciones autonómicas en Cataluña que no se adelantaron fueron las de 2010. Desde entonces, las dos sucesivas legislaturas, las de 2012 y 2015, se acortaron con el mismo objetivo: los partidos nacionalistas, capitaneados por CiU, buscaban la hegemonía absoluta. No la han conseguido y, ahora más que nunca, está en peligro. De nuevo, las elecciones se vuelven a adelantar, en este caso por decisión del presidente del Gobierno tras la aplicación del 155, y lo hace en un momento de crisis absoluta en la política catalana. Un dato previo. Desde que en 2003 Jordi Pujol dejó la presidencia de la Generalitat, la política catalana vive en la inestabilidad, sin que el catalanismo sepa cómo orientarse en la política española y cuáles son sus objetivos. El catalanismo político ha sido devorado por sus hijos, pero el independentismo no supera el 50% de los votos. Desde 2010, la caída de CiU bajo la batuta de Mas ha sido imparable: si el bloque independentista tenía entonces 76 escaños ahora tiene 72. Tras la experiencia del «proceso», la herida abierta en Cataluña y el ataque frontal al Estado de Derecho, es la hora de las fuerzas constitucionalistas. Que el partido de Albert Rivera se convirtiera en primer grupo de la oposición en el Parlament en apenas dos legislaturas indicó que había en la sociedad catalana una corriente de fondo que pedía salir del marco impuesto por el nacionalismo. Cs, PSC y PP deben ser conscientes de este gran reto.
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