Conferencia Política PSOE
Tregua en el PSOE hasta el 26-J
Si alguno de los candidatos a La Moncloa en las elecciones del próximo 26-J no puede permitirse perder es Pedro Sánchez. Después de que en los pasados comicios del 20-D situase al PSOE en su nivel histórico más bajo, no sólo es necesaria la remontada, sino recuperar su posición ante el acoso de la alianza Podemos-IU, que concurrirá con la marca electoral Unidos Podemos. El reto no es fácil. Sánchez es un líder débil, que, pese a ganar la secretaría general en unas primarias, siempre se ha resentido por los escasos apoyos con que ha contado en su propio partido y, de manera muy especial, por parte de los barones. Ayer, volvió a escenificarse esta fragilidad en la reunión del Comité Federal que lo eligió como cabeza de cartel. La ausencia de destacados líderes territoriales y de dirigentes de peso no fue una casualidad. Que en el acto de arrancada de la campaña electoral el candidato a La Moncloa no cuente con el apoyo, aunque sea simbólico, del conjunto del partido demuestra que la guerra por la sucesión está abierta. Incluso cuando la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, dijo que «al PSOE sólo le vale ganar», no expresó sólo un deseo, sino una exigencia. Es decir, de no convertirse en la primera fuerza, algo que ni el más ciego de los optimistas cree, la muy influyente líder andaluza anticipa que el partido entrará en un proceso de renovación. Díaz declara una tregua a Sánchez. La situación que se abrirá tras las elecciones puede ser muy complicada para el socialismo español si es desbancado por Unidos Podemos. Supondría perder la hegemonía de la izquierda y, por consiguiente, el discurso con el que poder recuperar a los votantes atraídos por el izquierdismo de Pablo Iglesias haría agua. La nominación de Sánchez en el Comité Federal fue aprobada sin mucho entusiasmo, en un estado depresivo; son pocos los que confían en mejorar los resultados del pasado 20-D, incluso empiezan a ver al secretario general como amortizado. El mensaje que el líder socialista transmitió ayer sonó recurrente e impostado: «Puedo prometer y prometo». En realidad no fue una propuesta concreta, sino la clave con la que quiere interpretar la partitura electoral. Pero, claro está, no va a ser suficiente. El «suarismo», que también invoca Albert Rivera, corresponde a un periodo excepcional de nuestra historia política, entre cuyos valores más destacables están la valentía y la generosidad. Extrapolarlo a la actual situación sólo muestra, como decíamos, el tono en el que el PSOE quiere plantear la campaña: abrirse un espacio entre Podemos y el adversario que este partido ha elegido como principal, el PP, que será, a la postre, quien pueda frenar el populismo rampante. El espacio de centro que reclama ahora Sánchez va a ser muy difícil de conquistar. ¿Cómo justificar que los socialistas catalanes presten su apoyo a Colau en Barcelona? La alcaldesa de la Ciudad Condal es un ejemplo del populismo más básico y demagógico, con gestos de un radicalismo intransigente y dispuesta a liquidar la Constitución. No es un hecho menor. ¿Puede defenderse ese izquierdismo con ocupar el centro político? Es difícil. El PSOE ha tomado decisiones acertadas como el nombramiento de Margarita Robles como número dos por Madrid y confiar a José Borrell la cartera de Exteriores si llegara ese momento; pero, por otra parte, es incapaz de mantener una política común en todas las federaciones. Si el PSOE deja de ser un partido de ámbito nacional, capaz de superar los intereses de cada líder territorial, perderá su mayor capital político.
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