Opinión
La educación como faro de la economía
Estamos en los primeros días de la cuarta revolución industrial, que se caracteriza por la confluencia simultánea de numerosas tecnologías exponenciales como el big data, la inteligencia artificial o el blockchain
Nos encontramos en los primeros días de la cuarta revolución industrial, revolución que se caracteriza por la confluencia simultánea de numerosas tecnologías exponenciales como el big data, la inteligencia artificial o el blockchain.
Mientras que las organizaciones en general se mueven con una velocidad de cambio lineal, todas estas tecnologías evolucionan de manera exponencial, esto es, cada año multiplican su potencia respecto al año anterior. Así, el ritmo exponencial de desarrollo de las tecnologías emergentes está cambiándolo todo como nunca antes en la historia de la humanidad.
Esto se debe, por una parte, a que se están produciendo numerosos avances tecnológicos simultáneamente; y por otra, al hecho de que muchas de estas tecnologías se construyen unas sobre la base de otras. De este modo, en todas las industrias, las tecnologías de aceleración se están cruzando y están cambiando drásticamente la forma en que vivimos, trabajamos e interactuamos.
En definitiva, esta revolución representa una convergencia de capacidad tecnológica, inteligencia y conectividad que gira en torno al nuevo paradigma de la información o los datos como el petróleo del siglo XXI.
En efecto, el paradigma de la información, creado como resultado de la ley de Moore y de otras fuerzas fundamentales que influyen en el mundo digital, están acelerando y haciendo escalar exponencialmente el metabolismo de los productos, las compañías y las industrias.
Ello ha sido posible, entre otras cosas, gracias a las 6Ds de las que hablaba Peter Diamandis, a saber:
1.Digital (digitized): todo lo que se puede digitalizar —es decir, que se puede representar con unos y ceros— se convierte en accesible y, por tanto, resulta fácil de compartir y distribuir por ordenador.
2.Distorsionado (deceptive): las tendencias exponenciales no se detectan en los primeros días. El crecimiento es engañosamente lento hasta que comienza a ser medido en números enteros.
3.Disruptivo (disruptive): las tecnologías digitales superan a los modelos no digitales anteriores tanto en eficacia como en coste, lo que perturba significativamente a los mercados existentes para un producto o servicio.
4.Desmonetizado (demonetized): a medida que la tecnología se vuelve más barata, a veces hasta el punto de ser gratuita, el dinero se elimina cada vez más de la ecuación.
5.Desmaterializado (dematerialized): la necesidad de productos físicos voluminosos o caros de un solo uso -radio, cámara, GPS, vídeo, teléfonos, mapas, etc.-desaparece a medida que estos productos se incorporan a los smartphones.
6.Democratizado (democratized): una vez que una cosa o activo es digitalizado, más personas pueden tener acceso a los mismos.
Como se ve, la era digital supone mucho más que tener una web y una tienda online en diferentes idiomas. Ser nativo digital no consiste en tener un iPad y estar suscrito a una cuenta de Netflix.
Así las cosas, si bien el cambio es una constante universal que siempre ha estado ahí, ahora mismo y como consecuencia de esta revolución y de la crisis de la Covid-19, la velocidad con la que el cambio sucede es cada vez mayor y más difícil de gestionar para las compañías, las Administraciones Públicas y los individuos.
En efecto, todos estos cambios están teniendo un impacto natural en la forma en que creamos y gestionamos las empresas, las Administraciones y nuestras vidas. No se trata solo de hacer lo que ya hacemos mejor, más rápido o más barato. Por el contrario, es la tecnología en sí misma la que nos está dando la capacidad de construir negocios, Administraciones y vidas fundamentalmente diferentes.
Y es que la revolución digital ya está aquí y no es opcional, o cambias o te cambian, o eres distinto o eres barato, o eres distinto o eres sustituible. En efecto, no nos podemos quedar atrás. Tenemos que adoptar y aprender tecnologías y softwares innovadores para racionalizar y mejorar los servicios y productos toda vez que la transformación digital ya no es negociable y su implementación debe orientarse hacia el realineamiento de tecnología, modelos de negocio y procesos, con el fin de entregar mayor valor a clientes y empleados para competir en la economía digital.
En mi opinión, para afrontar con éxito este nuevo mundo caracterizado por la incertidumbre y por el cambio constante -por lo que se conoce en inglés como un entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo)-, cuatro son las claves fundamentales que podemos y debemos utilizar y las cuatro empiezan por la letra E:
1.La primera es el «Esfuerzo», es decir, el empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades. Lo que vale cuesta. No podemos rendirnos, peleemos por nuestros sueños, resistamos y venceremos. Como decía la poetisa Emily Dickinson, «la buena suerte no es casual, es producto del trabajo; así la sonrisa de la fortuna tiene que ganarse a pulso».
2.La segunda es la «Excelencia»: la excelencia o nada. Tenemos que buscar ser la mejor versión de nosotros mismos siempre, todos los días y a todas las horas. La excelencia es, sin duda alguna, una de las mejores armas contra la incertidumbre. La excelencia, como decía mi madre, consiste en hacer las cosas cada día un poquito mejor.
3.La tercera es la «Ética»: tenemos que ser ejemplares y convertirnos en líderes, en guías para los demás, en consuelo en momentos de desesperanza. Líderes generosos que creen otros líderes. En definitiva, y como expresaba Kant en su imperativo categórico, «obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal».
4.La cuarta, agrupa y resume las tres anteriores. No es otra que la «Educación». La educación va a ser la mejor herramienta para no quedarse atrás, el mejor faro de la economía digital.
Educar, viene del latín, educare, y significa guiar. Es, por tanto, una palabra sinónima de liderazgo y es la que mejor nos va a permitir adaptarnos a esta nueva economía digital y tan llena de cambios. Por tanto, no perdamos la curiosidad y sigamos formándonos, sigamos estudiando. Esto es lo que se conoce como el lifelong learning, el aprendizaje a lo largo de toda la vida, lo que me lleva a concluir con dos reflexiones:
a.El mundo tiene preguntas. Nosotros, a través de nuestra formación podemos ser la respuesta.
b.Sigamos invirtiendo en nuestra educación porque como resaltaba un antiguo rector de la Universidad de Harvard, Derek Bok, «si usted cree que la educación es cara, pruebe con la ignorancia».
Y es que como decía Paulo Freire, «la educación no cambia el mundo. Cambia a las personas que van a cambiar al mundo». Por eso, debemos seguir formándonos y debemos seguir formando a hombres y mujeres competentes, pero también comprometidos por mejorar el mundo; en definitiva, hombres y mujeres para los demás.
* Antonio Serrano Acitores es Coordinador de Digitalización, Innovación y Comunicación de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Rey Juan Carlos
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