Política

Mañas de la vieja política que Casado debe erradicar

La Razón
La RazónLa Razón

El empeño del presidente del Partido Popular, Pablo Casado, en hacer senador a uno de sus más cercanos colaboradores, Javier Maroto, que no consiguió escaño alguno en las pasadas elecciones del 28 de abril, es un error de bulto que nos devuelve a las mañas de la vieja política que el líder popular se había comprometido a erradicar dentro de su programa de regeneración del partido. No es sólo el hecho en sí mismo de un empadronamiento meramente funcional, que el propio beneficiario criticaba no hace muchos años cuando era candidato a la alcaldía de Vitoria, es que el Senado representa a los territorios y el actual secretario de organización del PP ni ha sido elegido por Castilla y León ni ha presentado su candidatura por esta región. Podríamos admitir un caso tal de paracaidismo político si se tratara del Congreso, puesto que los diputados representan al conjunto de los ciudadanos, con independencia de su lugar de residencia, pero no es de recibo en la Cámara alta. Por otra parte, demuestra una grave incoherencia personal de Javier Maroto con lo que sostenía en 2011, cuando planteaba que cualquier persona que solicitara ayudas sociales debía llevar, al menos, cinco años empadronado en el municipio.