Escrito en la pared
El embrollo de la financiación autonómica
Que haya desigualdades en cuanto a la financiación autonómica se refiere no es sólo fruto de la perversión, sino del hecho cierto de que las necesidades de gasto de todas las Comunidades no son las mismas
El asunto de la financiación autonómica promete convertirse en un embrollo cada día más farragoso, complejo e incomprensible si al sistema actual se le van añadiendo los creativos parches que formulan algunos diputados. Los últimos, los de Sumar, seguramente bajo la influencia de su socio Compromís, que han presentado una propuesta en el Congreso para que, mientras no se formule un cambio en la LOFCA, los presupuestos del Estado incluyan una partida con la que «se garanticen transferencias para el País Valenciano (sic) y el resto de las comunidades infrafinanciadas destinadas a la prestación de servicios públicos al mismo nivel que el resto del Estado». Supongo que en ese resto no meten la País Vasco y Navarra porque, en tal caso, los recursos del sistema de financiación tendrían que duplicarse y no está el horno para bollos. Los sumitas quieren, además que a esas mismas comunidades se les condone la deuda pública «tanto colectiva como singularmente». ¿Ustedes entienden esto último? Pues yo tampoco. Así que me temo que estamos ante un arcano que, entre izquierdista y valenciano, nos acabará confundiendo a todos.
Que haya desigualdades en cuanto a la financiación autonómica se refiere no es sólo fruto de la perversión, sino del hecho cierto de que las necesidades de gasto de todas las Comunidades no son las mismas. La razón es sencilla: en unas hay más viejos que en otras y lo mismo pasa con los niños y adolescentes en edad escolar; además unas son pequeñitas y otras muy extensas territorialmente; algunas son insulares; y finalmente en unas dominan los pueblos grandes y en otras la España vacía. Todos estos elementos dan lugar a que los dineros por habitante no puedan ser los mismos en todas partes. Ahora bien, hay que añadir que cuando lo de Zapatero, para contentar a unos pocos, se crearon unos fondos de inverosímil designación –de suficiencia y de convergencia, se llaman– que reparte el gobierno bajo criterios más bien oscuros y que dan lugar a que haya una distancia excesiva entre unas regiones y otras. En total son casi 45 puntos porcentuales con respecto a la media los que separan a Cantabria de Baleares. Esto es lo que hay que arreglar.
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