Y volvieron cantando
La encrucijada de ERC
No parece que las posibilidades de seguir aferrados al poder vía tripartito sean demasiadas
Consiguieron echar a Rajoy apoyando la operación moción de censura, pero tal vez han acabado siendo los mayores pagafantas del gobierno socialista durante casi seis años, no tanto por lo conseguido para Cataluña -que ha sido mucho-, sino por la ausencia de una real correlación entre lo negociado en el Congreso de los Diputados en favor de esta comunidad y el pago de los electores catalanes en términos de apoyos en las urnas hacia Esquerra Republicana, con una sangría que ya se dio en los comicios municipales del pasado año y que se concretaba en las elecciones de mayo al Parlament. La transparencia del portavoz parlamentario Gabriel Rufián en sus intervenciones a la hora de poner precio a leyes del gobierno de Sánchez fue en aumento dándose la circunstancia de que sus «de entrada no» pasaron de inquietantes a un simple y previsible «de salida sí». Ahora, un partido en el que a pesar de los marcados liderazgos el siempre imprevisible espíritu asambleario marca su filosofía e histórica razón de ser, el debate casi existencial se centra en la disyuntiva entre la recuperación electoral previa travesía del desierto evitando seguir desangrándose en las urnas o el mantenimiento de según qué sillones que permiten manejar presupuesto en las instituciones catalanas. La encrucijada es clara, con lo primero se aboca a nuevas elecciones catalanas -otra cosa es como y junto a quienes las afronten- y con lo segundo se acuerda un pacto de gobierno con el PSC de Illa y los entregados comunes que no pocos ven en Esquerra como pan para hoy y solo para algunos y hambre para mañana y además para todos.
En este punto no parece que las posibilidades de seguir aferrados al poder vía tripartito sean demasiadas. Si no ha habido acuerdo con el PSC para la composición de la mesa del Parlament, cuestión importante pero técnica, difícilmente lo habrá el próximo 25 de junio de cara a un gobierno de coalición presidido por Illa ergo, complicado dar esquinazo a la repetición electoral -ya saben, el objetivo estratégico de Puigdemont- con Oriol Junqueras fuera de juego, con un perfil al frente del partido como Marta Rovira y sobre todo pendientes de una consulta a las bases que no se perfila como muy proclive a hacer honorable presidente al líder del PSC. Demasiadas líneas rojas y demasiado vértigo.
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