
El trípode del viernes
España: «actor político residual» con Sánchez
Es evidente que esa voluntad no es un mandato para España, pero es un gesto político que coloca a España en una situación que no debería haberse provocado nunca
Por supuesto EE UU, y pese a su «tamaño» también Israel, son actores políticos muy cualificados en el plano internacional y muy en especial en el mundo Occidental. Ante esa realidad, la capacidad de interlocución de España es literalmente inexistente con Trump y Netanyahu, que tienen de Sánchez una valoración que se define por sí misma ante la práctica ruptura de relaciones con el Estado israelí que tiene sin cubrir la embajada en Madrid desde mayo pasado. En cuanto a la opinión de Trump, sobran comentarios al respecto. Este es un fugaz balance de la política exterior del sanchismo que la crisis actual de Gaza agrava y pone de manifiesto. La gira que hizo Sánchez el año pasado por la UE para liderar la propuesta de reconocimiento del Estado palestino, solo fue secundada por Irlanda y Noruega, y ahora el Gobierno israelí pide que sean ellos y nosotros los países que acojamos a los palestinos gazatíes que quieren expulsar de la Franja. Es evidente que esa voluntad no es un mandato para España, pero es un gesto político que coloca a España en una situación que no debería haberse provocado nunca, por residual e impropia de nuestra identidad. «Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible», y pretender ser un actor respetado y escuchado en la escena internacional al frente de un Gobierno de coalición que «Suma» 16 siglas comunistas, cuando el Parlamento Europeo condenó –junto al nazismo– al comunismo, como una «ideología totalitaria y criminal», resulta imposible. Que Sánchez no tenga valor político reconocido alguno, sería un problema personal suyo si él no fuera el inquilino de La Moncloa, lo que sume a España en un papel marginal y perjudicial para nuestros intereses. Así, en la UE y la OTAN nuestro peso político es muy comprensible que sea «manifiestamente mejorable». Y por si ello no fuera suficiente, ahora con Trump en la Casa Blanca, ambas alianzas políticas, económicas y de Defensa, padecen de carencia de liderazgo europeo con Alemania en vísperas electorales y Francia con cuatro primeros ministros en un año. De tal forma que para una interlocución imprescindible y necesaria con él en materia económica y comercial –los aranceles– y de financiación de la Defensa, los españoles afrontamos un grave problema. Es oportuno escuchar el discurso de Adolfo Suárez de enero de 1981 mediante el que comunicó a los españoles las razones por las que dimitía de la presidencia del Gobierno: primar el interés general de España por encima de las razones políticas personales. Eso, tras haber ganado claramente las elecciones generales de 1979. Sánchez –además– fue derrotado en las de 2023.
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