Los puntos sobre las íes

La España de Luis de la Fuente

La España de Luis de la Fuente es lo mejor que nos ha pasado en mucho tiempo. Sigamos su ejemplo

Gane o pierda mañana, que va a ganar porque está enchufada y estos círculos virtuosos no hay dios que los pare, la España de Luis de la Fuente nos habrá regalado cientos de minutos de felicidad en este valle de lágrimas que es la España de Pedro Sánchez. La España de Luis de la Fuente representa los mejores valores de un deporte que sintetiza los más eximios valores del ser humano. La España de Luis de la Fuente es compañerismo en unos tiempos en los que el yo-mí-me-conmigo prima por encima de todas las cosas. La España de Luis de la Fuente es, en resumidas cuentas, subordinación del ethos individual al ethos colectivo. La España de Luis de la Fuente es la antítesis de esa España cuyo rasgo más negativamente sobresaliente es una envidia y un cainismo que nos llevan empequeñeciendo siglos. La España de Luis de la Fuente es la España que madruga, la que curra de sol a sol, la que sabe que hay que dejarse la piel en cualquier empeño porque nadie te va a regalar nada. La España de Luis de la Fuente es la España del trabajo bien hecho. La España de Luis de la Fuente es la España que no se da por vencida jamás, la que lucha hasta el límite de sus fuerzas, la mejor heredera de la España de El Cid, Colón o los héroes de la Guerra de la Independencia. La España de Luis de la Fuente es la España de la honradez, la de quienes no toman atajos ilegales. La España de Luis de la Fuente es la España meritocrática, la España de la igualdad de oportunidades, la España en la que juegan los mejores. Punto. La España de Luis de la Fuente es perfecto retrato de la España multirracial, la España de Morata o el racializado por Irene Montero Dani Olmo pero también la España de Lamine o Nico Williams, la España tolerante, la España en la que no cuenta el color de tu piel sino la pureza de tu corazón y tu talento físico y mental. La España de Luis de la Fuente es también la España europeísta, la España de Laporte, la España de Le Normand, la España que no entiende de fronteras. La España de Luis de la Fuente es Luis de la Fuente: la humildad personificada, el protagonismo cero, el divismo reducido a la mínima expresión en un mundo, el del fútbol, en el que todos se creen los más guapos, los más altos, los más fuertes e indiscutiblemente los mejores con el balón entre los pies. La España de Luis de la Fuente es la España sin complejos, la que no se arredra a la hora de confesarse taurina y católica, aun a riesgo de sufrir un inmisericorde linchamiento porque ni la fiesta nacional ni el cristianismo son políticamente correctos en una coyuntura repugnantemente woke, menos aún en esa España oficial de Pedro Sánchez que nada tiene que ver con la España real. La España de Luis de la Fuente es un Luis de la Fuente que ha ganado tras aguantar el despellejamiento de los sabelotodos de turno y los tontos de guardia, que normalmente son los mismos. La España de Luis de la Fuente es un Luis de la Fuente que constituye el ejemplo perfecto del self-made man: el que empieza desde abajo del todo, entrenando al Portugalete para más señas, y llega a lo más arriba, subcampeón continental como mínimo. La España de Luis de la Fuente es lo mejor que nos ha pasado en mucho tiempo. Sigamos su ejemplo.