
El trípode
España –con el sanchismo–, en la irrelevancia
Sánchez ha optado en esta ocasión por no decir «toda» la verdad, que es considerada como una forma de mentir doblemente, haciendo honor a su condición de «príncipe de la mentira».
Ya es bien conocida la compleja relación que mantiene Sánchez con la verdad y la mentira, que por su parte, él reduce a meros «cambios de opinión». Su especial dominio de esa práctica le ha llevado a contestar desde Davos a la crítica de Donald Trump relativa al bajo gasto dedicado por España a la Defensa en la OTAN. Sánchez le ha replicado que España es «el 10º país en aportar mayor gasto para financiar la Alianza», lo cual es cierto. Lo que sucede es que la aportación se mide en términos del % del PIB destinado a ese fin, y España está a la cola en ese ranking con un escaso 1’2%. Es conocido cómo en los procesos judiciales la fórmula para asegurar que el testigo dice la verdad es precisamente la de «¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad»? Sánchez ha optado en esta ocasión por no decir «toda» la verdad, que es considerada como una forma de mentir doblemente, haciendo honor a su condición de «príncipe de la mentira». Tampoco miente (del todo) negando nuestra pertenencia a los BRICS, ya que no se precisa de mucha intuición para captar el mensaje subliminal que acompañaba a esa declaración de «subirnos al 100% los aranceles». Significativo también lo vivido ayer en el Congreso, que revela que al enemigo ultraderechista «exterior» encarnado por Trump, y al «idem anterior» representado por Franco, se le une ahora también Puigdemont cuál «idem interior». Por de pronto, ayer, en la primera Sesión del nuevo año 2025, experimentó dos derrotas en la convalidación de sendos e importantes Reales Decretos Ley, –y salvando un tercero gracias al Partido Popular…– lo que constituye un muy serio aviso respecto a su absoluta incapacidad para gobernar. Porque no debe confundirse «gobernar», con «estar» en el Gobierno, que es lo que el sanchismo viene haciendo desde que perdió las últimas elecciones generales del 23 J. Sin disponer de Presupuestos, sin poder aprobar ninguna ley ni convalidar RDL, es evidente que es imposible gobernar. El patético espectáculo de observar a un partido como el PSOE, convertido en una simple y virtual plataforma política cuyo fin es satisfacer la ambición de poder de unas personas, y de garantizar un bien retribuido puesto de trabajo a otras –como a sus 120 diputados– está provocando un gran daño reputacional a la política, rectamente entendida como una actividad dedicada a trabajar por conseguir el bien común de los ciudadanos. Y eso, además del daño a España que le ocasiona encontrarse en tales manos, ante un escenario geopolítico y económico como el que abre la presidencia de Trump.
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