Quisicosas

Fatiga democrática

Según la encuesta de enero del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), uno de cada cuatro jóvenes españoles entre 18 y 34 años niega que la democracia sea la mejor forma de organizarse

El niño Martínez San Juan no peca de estirado ni de ordinario, te abre la puerta sonriendo y lo mismo gasta bermudas que pantalones de chándal, por eso te choca que entable conversación sobre los pantanos del caudillo. Cuando Martínez San Juan tenía 20 años se sumó al movimiento de los «indignados» y acampó en la Puerta del Sol, haciendo cola para la cocina de campaña, ahora vota a Alvise. Hoy por hoy ya no se dejaría rastas, pero abomina también de la gomina y ha aprendido a esperar un tigre en cada emboscada, sea pantera negra o leopardo amarillo. Varios de sus amigos han emigrado y otros tantos son mileuristas. Él está de consultor en KPMG y sólo le queda la certeza de que nada va a mejorar. Tiene una novia que se hace la manicura permanente y va, la pobre, por el sexto empleo; él no piensa en niños y ve el Parlamento como una noria de colores simétricos, inventada para miopes mentales. Martínez San Juan se nutre de las redes sociales, copiosas de pateras y corrupciones y cavila que Soros y los judíos mandan más en los gobiernos que unas urnas que menean todo para no cambiar nada.

A Martínez San Juan se le ha ido formando una excrecencia de nostalgia sin pasado, una arcadia o una tartesos sin lugar exacto en el mapa, que lleva anhelo de mujeres serenas y más abnegadas, de familia unida que no tuvo, de orden. Le salen nombres lejanos a los labios –Putin, Orban– de hombres a los que entiende cuando defienden lo suyo. El gimnasio, las costumbres fijas del perro y las rutas invariables del supermercado le sugieren que el amanecer electoral no existe. Hace viajes lejanísimos y hermosos, muy baratos, y no puede comprarse un piso. Le dan pena los toros y menos los inmigrantes y comprende a los chalecos amarillos franceses y la ultraderecha alemana.

Este año ha sido la eclosión de las elecciones en el mundo, 1200 millones de personas de 76 países del globo han acudido a votar y, a la vez, cristaliza una tendencia. Según la encuesta de enero del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), uno de cada cuatro jóvenes españoles entre 18 y 34 años niega que la democracia sea la mejor forma de organizarse. La tendencia salta fronteras, el último sondeo MacCourtney de la Universidad estatal de Pensilvania reveló que al 28 por 100 de la llamada Generación Z le da lo mismo democracia que dictadura. Idénticas conclusiones obtiene el Bennett Institute for Public Service de la Universidad de Cambridge. Martínez San Juan no sabe que forma parte de una ola internacional que golpea el dique de la Historia.