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Y volvieron cantando

Geopolítica y votos

Ocurre que no siempre la geopolítica internacional se ajusta a las estrategias domésticas a la hora garantizarse votos

Iba cogiéndole Pedro Sánchez las medidas a su nuevo argumentario en forma de látigo contra el trumpismo y sus amigos de la tecnocasta, Elon Musk a la cabeza, cuando se ha encontrado con una variante tan inesperada como incómoda y a la que no podrá sustraerse bajo riesgo de perder gran parte de su siempre recurrente barniz europeísta. Resulta que el amigo americano siempre dispuesto a cubrir al socio europeo con su amplia cúpula defensiva nos ha salido ahora con un crudo «tenemos que hablar» o lo que es lo mismo, si quieres una cúpula vas tú y te la compras. En esa hiper realista tesitura, nada cercana dicho sea de paso a las «estupendas» agendas 2030, se encuentra la Unión Europea, ahora con unas inesperadas e ineludibles urgencias por aumentar el gasto militar que han aprisionado a Sánchez entre el argumento de la necesaria seguridad europea y la imposibilidad números en mano –reconocido por el propio ministro Albares– de alcanzar objetivos de inversión en defensa que, entre otras cosas, ponen los pelos como escarpias al sector Sumar del gobierno y a gran parte de los socios del «Frankenstein».

Descontado que en lo mas doméstico de nuestro patio político las cosas no le pintan nada bien al presidente del Gobierno por mucho que ostente la prerrogativa de apretar cuando le convenga durante los próximos dos años y medio el botón electoral, la irrupción del trumpismo y el auge sin techo de cristal de los populismos de derechas ya se perfilan como uno de los grandes asideros del argumentario sanchista en su irrefrenable afán por abanderar, como última mohicano del progresismo, la cruzada contra el «facherío» internacional, conocido el notable éxito que en la campaña de las ultimas elecciones generales le supuso la alerta antifascista en clave nacional justo cuando comenzaban a hilvanarse algunos pactos autonómicos entre PP y Vox muy a costa de las prisas y la ingenuidad de los primeros. Pero ocurre que no siempre la geopolítica internacional se ajusta a las estrategias domésticas a la hora de garantizarse votos. Ahora a España como al resto de la UE le toca retratarse justo en algo que desde la izquierda tiene tan poca venta como es el aumento en el gasto de defensa. Todo un papelón para Sánchez atrapado entre sus socios europeos y sus socios «Frankenstein». Más deberes para la máquina de propaganda de la Moncloa.