Al portador
El Gobierno se enreda en su propia trampa
«En enero de las 57 rúbricas de precios que analiza el INE, subieron 54 y apenas bajaron tres, las subvencionadas»
Rafael Termes (1918-2005), presidente durante muchos años de la Asociación Española de Banca Privada (AEB), la patronal bancaria, que ahora preside con elegancia Alejandra Kindelán, por designio de Ana Botín (Santander) y el plácet de Carlos Torres (BBVA), repetía una y otra vez que «la inflación es un mal absoluto». La tasa de variación anual del IPC (Índice de Precios al Consumo) alcanzó en enero el 5,9%, dos décimas más que en diciembre, mientras que la inflación subyacente escaló hasta el 7,5%, la más alta desde ¡1986! Pedro Sánchez, sin embargo, en el Congreso de los Diputados, celebró que el precio de los alimentos ha empezado a bajar, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que, por cierto, ha cambiado las ponderaciones –los métodos– de cálculo de la inflación, sin que hubiera ninguna urgencia ni obligación.
El presidente tiene razón. El precio de los alimentos sin elaborar bajó un 0,4% en enero, aunque en el último año subieron un 10,7%. No obstante, en enero, la rúbrica «alimentos y bebidas no alcohólicas» aumentó un 0,4% y acumula un alza anual del 15,4%. Cuentan que Winston Churchill (1874-1965), tan cínico como estadista, comentó que «yo solo creo en las estadísticas que yo mismo he manipulado», aunque hay quiénes aseguran que eso se lo atribuyó la propaganda nazi para desacreditarlo. Está más confirmado que su predecesor David Lloyd George (1863-1945) dijo que «no se puede alimentar hambrientos con estadísticas». El Gobierno –incluida la vice Calviño y su compra de ofertas– se ha visto enredado en su propia trampa.
La inflación en 2022, según las nuevas ponderaciones del INE, fue inferior a la certificada en diciembre, algo que habría significado menos gasto –y déficit– en pensiones, en retribución de funcionarios y otras revisiones. Los datos, a pesar de todo, son concluyentes. Funcas, uno de los grandes «think-tank» advierte de que la inflación puede ser más persistente de lo esperado. De hecho, de las 57 rúbricas de precios, 54 suben en el último año y solo bajan las subvencionadas, transporte público y gas. Y sí, el precio de la leche cayó un 1,5% en enero, pero todavía es un 33% más caro que el de enero del año pasado. Se mida como se mida, la inflación no deja de ser el «mal absoluto» del que hablaba Termes.
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