El trípode

La Diada 11 septiembre, fiesta oficial para el Congreso 

Es una conducta política e institucional propia de una autocracia y no de una democracia parlamentaria

El desgobierno que padece España con el sanchismo no deja de dar pruebas lamentables de su “contradicción existencial”. Que significa pretender gobernar España simultaneándolo con la necesidad de satisfacer las exigencias de unos aliados parlamentarios cuya identidad política es lisa y llanamente conseguir avanzar en la “construcción nacional” de Cataluña y el País Vasco: un despropósito calificable de un auténtico “oxímoron”. En el diccionario de la RAE: pretender ser una cosa y la contraria, o sea, un absurdo. Eso, literal y conceptualmente, es el sanchismo que pretende imponerlo por el mero deseo de satisfacer su incalificable ambición de poder, que intenta enmascarar en la necesidad de que no gobierne la “ultraderecha”. Ahora, en puertas del inicio de un nuevo curso político, ya finalizando sus vacaciones estivales, oficiales y familiares en la Mareta, y tras más de un mes y medio sin actividad en el Congreso, Sánchez pide un cambio en el calendario de sesiones que merece una seria reflexión por su gravedad. Para el primer Pleno del curso político tras el actual mes de agosto, ya previsto para los días 7, 8 y 9, martes, miércoles y jueves de la segunda semana de septiembre, como es lo habitual en cada sesión plenaria, el sanchismo pide la suspensión de la sesión del 11 de septiembre. El motivo alegado para esa petición es el permitir que los diputados de ERC y Junts puedan acudir a los actos de la “Diada nacional de Cataluña”, lo que nunca se había solicitado a lo largo de las 14 legislaturas precedentes de la Cámara. En realidad es una mera excusa para intentar asegurar la convalidación de un Real Decreto Ley aprobado por el gobierno y que debe realizarse por el Congreso en un plazo máximo de 30 días desde su publicación en el BOE, lo que obliga a que el día 10 como máximo ya lo esté. Ese RDL es de especial interés para Yolanda Díaz que necesita de los votos de ERC y Junts para ello, y los 7 de Puigdemont se ausentarían el día 11, impidiendo su convalidación. Así pues, se modifica el calendario oficial de los trabajos del Congreso de los Diputados, subordinándolo al mero interés político del gobierno y de los diputados secesionistas, lo que es una conducta política e institucional propia de una autocracia y no de una democracia parlamentaria. Por si fuera poco esa inédita decisión de “facto” representa convertir el 11 de septiembre en virtual fiesta oficial de la sede de la soberanía nacional, lo que sienta un precedente literalmente inadmisible. En lo sucesivo los diputados podrán exigir tal privilegio para la fiesta oficial de sus respectivas autonomías.