Opinión

La gran decisión del día 24

Feijóo ha intentado zafarse del abrazo del oso de la extrema derecha votando a Collboni en Barcelona, pero Valencia y Extremadura representan el duelo interno que viven los populares

Si las elecciones municipales tuvieron como protagonista la aparición de condenados por delitos de sangre en las candidaturas de Bildu, la campaña del 23 J está centrándose en los pactos del PP con Vox.

Feijóo ha intentado zafarse del abrazo del oso de la extrema derecha votando a Collboni en Barcelona, pero Valencia y Extremadura representan el duelo interno que viven los populares.

Moncloa anda calculando que ocurriría con una eventual repetición de las elecciones en Extremadura. No está claro lo que podría suponer para el PP y para Vox, pero tampoco para el PSOE, con Fernández Vara, que se precipitó a dimitir en falso el día siguiente a conocerse los resultados.

Sánchez intenta reducir la distancia con los populares en dos flancos. El ataque que ha realizado a Irene Montero es la certificación de que no quiere a Podemos en el gobierno pero sí a Yolanda Díaz.

Por otro lado, golpeará a Feijóo en la herida de los pactos con Vox, con el caso valenciano y algún otro será suficiente. Cuanto más escorado a la derecha se perciba a Feijóo, más se podrá adueñar del espacio de centro.

Se puede cambiar de estrategia como de camisa, pero eso no significa que vaya a ser efectiva. El problema de Sánchez es de otro calado, tiene que ver con la pérdida de crédito ante sus electores.

Expresiones grandilocuentes, como aquella de que “no dormiría tranquilo” con ministros de Podemos en su Gobierno, para terminar nombrando vicepresidente a Iglesias, se cobran la factura de no dar crédito a las promesas y discursos.

De hecho, está descontado que la única manera de seguir en la Moncloa, incluso sacando más diputados que los populares, sería reeditando el gobierno Frankenstein.

El problema de Feijóo no es menor. No tanto porque Sánchez pueda conseguir dar la vuelta a las encuestas, no parece que haya tiempo ni caldo de cultivo para ello, sino porque puede quedarse lejos del objetivo de situarse en torno a los 160 diputados a los que aspira y con los que podría terminar esquivando la dependencia con los ultras.

Si el resultado es más modesto, independientemente de los diputados que llegue a obtener Vox, serán más necesarios, desbaratando el relato del viaje hacia el centro que inició el gallego.

Después del 23J, PP y PSOE deberían plantearse si desean depender de populistas, separatistas o ultraderechistas en su caso o si, por el contrario, deciden que al más votado le corresponde gobernar.