El trípode

Un gran «discurso de Estado»

A destacar su posición respecto a la inmigración que constituye uno de los principales retos a gestionar a nivel nacional y comunitario.

Tal y como estaba previsto, el Rey pronunció en Nochebuena el tradicional discurso que el Jefe del Estado dirige cada año a los españoles por Navidad. De su medida intervención pueden destacarse algunas ideas como los ejes conducentes de la misma, que en estos momentos están muy presentes en el panorama nacional e internacional. Una primera y obligada fue la referida a la situación creada por la DANA el pasado 29 de octubre y cuyas consecuencias son visibles y padecidas por gran cantidad de víctimas y damnificados, pese a que no se declaró en ningún momento la situación como de emergencia nacional. En esta frase lo resumió: «…municipios y comarcas afectadas por las riadas, en muchas de los cuales hay tanto por hacer, donde es tanta la necesidad de los vecinos...». Esa idea directamente vinculada con la tragedia, le condujo a denunciar el clima de confrontación política que vive el país: «no podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía». Fue una apelación a la «serenidad» requisito necesario para trabajar por «el bien común» que debe ser el objetivo principal de los gobernantes y dirigentes políticos. Precisamente ese «bien común» –tan ignorado actualmente en el discurso político– mereció una presencia singular en el discurso de Navidad del Rey, lo que es oportuno y también necesario recordar, ante el continuo clima de confrontación. Y de tantos casos poco ejemplares y edificantes –que no es preciso recordar– que parecen llevar a la conclusión de que el acceso y mantenimiento del poder, es la razón de ser de la política y los políticos. A destacar su posición respecto a la inmigración que constituye uno de los principales retos a gestionar a nivel nacional y comunitario. Así, expresó que «el esfuerzo de integración, el respeto –por parte de todos– de las normas de convivencia y civismo, y la dignidad del ser humano», deben constituir los «pilares sobre los que debe ser gestionada». No podía faltar una referencia a España, que es rechazada y atacada desde las filas del mismo Gobierno, lo que es una prueba tan deplorable como contundente de la necesaria denuncia:

«España es un gran país. Una nación con una historia portentosa pese a sus capítulos oscuros, y modélica en el desarrollo democrático de las últimas décadas pese al acoso terrorista…». Destacó el consenso en torno a las cuestiones esenciales como la garantía de un encuentro para garantizar la convivencia en el mejor espíritu de la Constitución. Llamativo que habló desde el Palacio Real, «un Palacio de todos los españoles». No desde La Zarzuela como anteriormente.