
Opinión
Las guerras de la actual «batalla espiritual»
Anteayer recordamos a San Juan Pablo II, el 264 sucesor de Pedro, y único papa polaco en la bimilenaria Historia de la Iglesia católica
Anteayer recordamos a San Juan Pablo II, el 264 sucesor de Pedro, y único papa polaco en la bimilenaria Historia de la Iglesia católica. Asumió la cátedra de Pedro cuando su patria era además una república a la orden de Moscú y su capital la sede de la «OTAN comunista», el «Pacto de Varsovia». Fue en 1978 tras un muy breve pontificado de 33 días de su predecesor Juan Pablo I, y el mundo y la misma Iglesia atravesaban un tiempo convulso, resultando elegido el 16 de octubre, mes del que ya sabemos la singular relación que tiene con el rosario, como poderosa arma para enfrentar la «batalla espiritual» del mundo, y que tiene en la guerra una consecuencia de ella. Esa «batalla espiritual» tuvo en él a un singular protagonista representando al «bien» en la lucha contra el «mal», representado en esa ocasión por el comunismo anticristiano y ateo, y marcará su pontificado que tendrá un punto de inflexión al sufrir un grave atentado en la Plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981. Esa «no mera coincidencia» –como él mismo la calificó– con la fiesta de la Virgen de Fátima, marcará el resto de su largo pontificado, teniéndola a Ella como guía de su actuación en esa singular batalla. El 25 de marzo de 1984 hará una Consagración de «Rusia» a la que «solo» faltó verbalizarla para cumplir con lo pedido por Ella, y así «evitar la expansión por el mundo de sus errores»; «errores» que precisamente eran ese comunismo ateo. Esa omisión, el principal exorcista vaticano Gabriel Amorth presente como ceremoniero del acto, afirmó que fue debida «a presiones de su entorno» que él pudo observar, y presuntamente eran para «no ofender» a los representantes de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú presentes en aquella extraordinaria ceremonia de la Plaza de San Pedro. No obstante, y como «por sus frutos los conoceréis», dicha Consagración tuvo una benévola acogida en el Cielo. Y así el «Telón de acero» o Muro de Berlín, construido para impedir la huida de alemanes de la RDA –la República comunista alemana– al sector occidental de Berlín, se desplomó sin violencia militar ninguna. Y seguida de la misma URSS –la gran superpotencia geopolítica del momento junto a los EE UU–, que se desplomará de análoga forma un 8 de diciembre «coincidiendo» con la Fiesta de la Inmaculada Concepción de 1991. Precisamente, el Papa Wojtyla le había consagrado Rusia a su Corazón Inmaculado. Quedó el camino allanado para expandir por el mundo la devoción a ese Corazón, causa del anticipo de ese gran milagro y culminarlo. Y sigue esperando.
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