Editorial

Habrá Presupuestos si Puigdemont quiere

Como es habitual con los separatistas, y en realidad en todas las compras de voto con Sánchez de por medio, la duda es si el precio que pedirá Puigdemont podrá ser satisfecho por el presidente

La estrategia del Presidente del Gobierno en este instante crucial de la Legislatura que condicionará el futuro se reduce a una ecuación simple, con dos incógnitas a despejar. La primera, y más relevante, saber si Carles Puigdemont dará luz verde a que sus siete diputados respalden el techo de gasto esta semana y aseguren de facto su refrendo a los Presupuestos Generales del Estado. La segunda, en caso de que la precedente se frustrara, es apostar o no por un gobierno sin la ley más importante por segundo año consecutivo y encarar el porvenir abocado a sumar derrota tras derrota en el Congreso en una espiral autodestructiva para el presidente, el gabinete y el PSOE. Así que el viaje relámpago del secretario de organización socialista, Santos Cerdán, a Ginebra para reconducir la relación con el expresidente de la Generalitat es la prueba de la flaqueza del Ejecutivo y el reconocimiento del enorme desgaste que ha supuesto para Moncloa las derrotas en las Cortes y su condición de minoría. Esa rendición de cuentas de Pedro Sánchez por personaje interpuesto en Suiza ante alguien en busca y captura manifiesta de paso su desconfianza en que la Legislatura pueda llegar a buen puerto de espaldas al Legislativo como proclama y de lo que se jacta con impostura y de paso rubrica que la segunda fuga de su interlocutor en Barcelona este pasado verano tras un mitin publicitado no fue el resultado de la pericia del escapista ni de la negligencia o la torpeza de las fuerzas de seguridad y de sus mandos políticos, sino al desarrollo pautado conforme a una coyuntura y una estrategia. Por eso, la humillación al Estado que supuso el circo de tres pistas de Puigdemont se ha encubierto en Moncloa como un error de los Mossos que esperamos y deseamos que la Justicia subsane depurando todas las responsabilidades por las conductas dolosas que propiciaron el esperpento. Como es habitual con los separatistas, y en realidad en todas las compras de voto con Sánchez de por medio, la duda es si el precio que pedirá Puigdemont podrá ser satisfecho por el presidente, especialmente porque le quedan cada vez menos conejos en la chistera después de la jugarreta de Illa y de la amnistía interrumpida. Esta debe ser el as principal, con muy probablemente un nuevo compromiso de Sánchez y renovadas garantías de que Puigdemont no tendrá más problemas con la Justicia. Otra cosa es que para el expresident sea suficiente la baza de Conde-Pumpido y su contubernio togado para regalar una victoria a Sánchez con la senda de déficit en el Congreso y los Presupuestos a modo de alfombra roja para el resto de la Legislatura. Sea como fuere, el diagnóstico no mejorará. Es el de un gobierno sumido en la interinidad, vulnerable y dependiente, víctima propiciatoria del chantaje de sus cómplices para aguantar como sea el poder sin respeto a la democracia ni a los ciudadanos a los que tanto se ha mentido y carente de la legitimidad que otorga un desempeño moral. Habrá Presupuestos si Puigdemont quiere. El bien común queda al margen.