Y volvieron cantando
Hispanidad y cuentos genocidas
Los súbditos nativos y criollos tenían los mismos derechos que un castellano, en contraste con lo ocurrido en la América del norte anglosajona o en lugares y episodios de todos conocidos en el Congo
Inasequibles al desaliento los enemigos de la Corona y de un estado con siglos de historia no pierden el tiempo. Es ya recurrente –casi un pedaleo cansino– cuando se celebra como hoy la Fiesta de la Hispanidad –nuestra fiesta nacional– el falso debate asumido en gran parte por la izquierda radical española a propósito del supuesto genocidio de millones de indígenas a manos de la conquista española en Latinoamérica, y saben, ese «terrible ataque a los más humanos fundamentos» al que se refería allá donde querían oírle el ex presidente mexicano López Obrador y sobre el que no ha pedido perdón la Corona española, motivo por el que nuestro Jefe de estado no fue invitado a la toma de posesión de la sucesora Sheinbaum. En este punto convendría dejarles claro, sobre todo a los líderes de Sumar, Podemos y las formaciones del «Frankenstein» en primera línea de manifestación contra el «genocidio», que el origen de esta leyenda negra se retrotrae a los menajes de propaganda creados hace siglos por nuestros adversarios colonizadores ingleses y holandeses, por cierto con notable éxito a lo largo de los años a la hora de crear una falsa realidad que hoy incluso se enseña en universidades europeas abrazando las quiméricas calumnias de Guillermo de Orange a propósito de la supuesta exterminación de veinte millones de indígenas, sobre la que según Orange se alegraba Don Juan de Austria en una curiosa pirueta al aludir a quien precisamente había librado a toda Europa de la invasión otomana.
Para ser mínimamente rigurosos conviene recordar que en efecto murieron millones de indígenas en América, pero no por la brutalidad de los españoles cuya primera máxima era propagar el cristianismo y sus valores solidarios, sino por las enfermedades causadas por múltiples epidemias, a lo que debe añadirse que en países como México la disminución de población indígena se dio justamente a partir de conseguirse la tan ansiada independencia. Los súbditos nativos y criollos tenían los mismos derechos que un castellano, en contraste con lo ocurrido en la América del norte anglosajona o en lugares y episodios de todos conocidos en el Congo, en la Alemania nazi, en el Kurdistán, en Armenia, en Nankín, en la Ucrania de Stalin o en la China de Mao Zedong. El imperio español tuvo sombras ciertamente, pero dentro de cuatro siglos de éxito. Feliz día de la Hispanidad.
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