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Editorial

Un horizonte penal para pensarse el futuro

Nos parece sustancial el apunte del auto de los magistrados que señala a la influencia que pudo ejercer el presidente en la supuesta operación ilegal que culminó con la creación de la plaza de su hermano. No es un fleco más, sino un cabo que anudar a otros

El discurso en el que se ha parapetado el sanchismo contra la corrupción en general y el caso concreto que nos ocupa hoy en particular, el del hermano de Pedro Sánchez, ha sido tan simple como provocador. Negarlo todo. Desde el primer día hasta ayer mismo el presidente y sus acólitos no se han movido un milímetro del argumentario centrado en titulares como «no hay nada»; «es un bulo producto de la fachosfera», «una cacería»; «persecución» tras una denuncia «nada espontánea»; «el único delito de David Sánchez ha sido ser hermano del presidente»... entre otros. Aderezados con el viscoso manoseo de la Fiscalía, la campaña monclovita contra la instructora Beatriz Biedma y el burdo fraude de ley para buscar el abrigo del fuero irregular del Miguel Ángel Gallardo, líder del PSOE Extremeño, y alterar el procedimiento. Tal vez el presidente se veía venir el sombrío futuro judicial para su familia y sus más estrechos colaboradores cuando pasó al ataque en persona y sin voceros interpuestos hace unos días y dijo aquello de que «hay jueces haciendo política que hacen un inmenso daño a la Justicia». Esta narrativa no se alterará incluso si se dan condenas y se mantendrá firme en torno a que todo es una conspiración de los togados reaccionarios para tumbar al «gobierno del progreso». En los cenáculos del oficialismo abrazan con la fe del converso aquello de que una mentira repetida un millar de veces se convierte en una verdad y que se puede engañar a muchos, los suficientes, durante un tiempo, el preciso. Mucho menos cambia lo sustancial para el sanchismo la decisión de la Audiencia de Badajoz de mandar a David Sánchez a juicio por prevaricación y tráfico de influencias en la adjudicación irregular de un puesto en la Diputación de Badajoz. La Sala desestimó todos los recursos y respaldó el acuerdo de la magistrada Biedma de procesar al músico hermano del presidente y a otras diez personas más, entre ellas Gallardo. «Existen indicios suficientes expuestos por el auto recurrido sobre el presunto carácter delictivo de las conductas imputadas y, por tanto, la consecuencia es la de proseguir el procedimiento». A partir de aquí, y sin menoscabo de la presunción de inocencia, la verdad judicial será la que sea. Pero nos parece sustancial el apunte del auto de los magistrados que señala a la influencia que pudo ejercer el presidente en la supuesta operación ilegal que culminó con la creación de la plaza de su hermano. No es un fleco más, sino un cabo que anudar a otros como los del rescate de Air Europa, la financiación ilegal del PSOE que se atisba en los negocios de Santos Cerdán, Ábalos y compañía y las peripecias de su esposa en los despachos de la Moncloa. La incertidumbre y el miedo a ese porvenir indeterminado, pero inquietante, lo asoman a un abismo. La Justicia independiente cumple con su deber y hace honor al principio de que nadie está por encima de la Ley. Es la democracia que hoy le estorba al presidente.