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El canto del cuco

Una idea de España

La Iglesia, de la mano del cardenal Tarancón, decidió no respaldar a un partido democristiano para evitar que la cuestión religiosa volviera a ser motivo de conflicto entre los españoles.

No ocurre con frecuencia que caiga en las manos un libro de sobrio aspecto académico, editado por el Congreso de los Diputados, que despierte vivamente la curiosidad en cuanto se sumerge uno en su lectura. Es lo que me ha pasado con el que acaba de publicar Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona, titulado «De Derecho, Política y Democracia (1962-2024)». De eso va ciertamente, pero salta enseguida a la vista que estamos ante una visión de España, cuando aparece ahora confusa y oscurecida. En esta última obra del autor, jurista, intelectual, político, apartado del compromiso partidista desde el derrumbe de UCD, y excelente comunicador, discurren los principales acontecimientos ocurridos aquí en los últimos 62 años, descritos en su momento con maestría y que mantienen su vigencia y su interés. El libro será de consulta obligada para historiadores y curiosos de la política.

El autor ha recopilado y ordenado los 186 artículos de su vida, publicados en los distintos medios –«Ya», «Cuadernos para el Diálogo», «Informaciones», «Cambo16», «El País», «ABC», «La Razón»...– junto con otros escritos de interés. El lector observa de cerca y de primera mano la lenta evolución del franquismo hacia un futuro democrático, las agitaciones del tardofranquismo y la progresiva modernización de la sociedad española. Pero puede que los aspectos más sugerentes, en los que Juan Antonio Ortega tuvo un papel destacado, son la contribución del Grupo Tácito, de «Cuadernos para el Diálogo», de la Democracia Cristiana y, en general, el decisivo papel de los católicos en la llegada y asentamiento de la democracia en España. Bastante mayor que el de los socialistas. La Iglesia, de la mano del cardenal Tarancón, por sugerencia del nuncio Dadaglio, decidió no respaldar a un partido democristiano para evitar que la cuestión religiosa volviera a ser motivo de conflicto entre los españoles. A la vista de lo ocurrido, se discute ahora si aquello fue un acierto. El humanismo cristiano no acabó de cuajar en UCD y ha ido evaporándose en el Partido Popular.

Un especialista como Ortega Díaz-Ambrona no podía dejar de ocuparse de la Enseñanza –fue ministro de Educación con Suárez–, del Estado de derecho, ahora amenazado, y de España como identidad colectiva, puesta en cuestión por los separatismos y otras anomalías. «La causa que unifica y da sentido al texto –escribe el socialista Virgilio Zapatero en «Babelia»– es una determinada idea de España, asentada en la voluntad de la Constitución, la importancia del Derecho como instrumento de ordenación de la política y el valor del diálogo y la convivencia». Así es. Un libro iluminador con cuatro columnas corintias en la portada.