Aquí estamos de paso
Indocumentados y supervivientes
No cabe esperar que Podemos se vaya de un gobierno que tantos sarpullidos provoca a sus principios
Desde que en septiembre de 1934 el Partido Socialista participó en el tráfico de armas para la Revolución en Asturias, no cometía un error tan grave como el acuerdo de gobierno con Podemos. Para lo primero, baste leer las crónicas de entonces de Chaves Nogales, o las impresiones de Pla, por no meternos en las actas del Congreso en aquella época. Para lo segundo, sugiero que se contemple en perspectiva el acto supremo de oposición dentro del Gobierno que ayer ejercieron desde el partido que al parecer trajo el feminismo a una España que hasta su llegada al poder, era un país indiscutiblemente machista y reaccionario.
Para Podemos la memoria sobre la Historia es un enunciado legal asumible sólo si el relato se ajusta a sus dogmas. Son tan de relato y de dogmas, que si la realidad les estropea uno u otras, lo niegan o lo entierran a puñados como los perros sus excrementos.
La conocida como ley del sí es sí, es el ejemplo más palmario de esa mirada limitada y obtusa a la realidad sobre la que se supone debe trabajar quien gestiona lo público. Fuera de lo suyo, no hay verdad. Aunque los hechos demuestren su error. Nada.
¿Qué ha aportado Podemos a la política nacional en sus años de gobierno? ¿Cuáles han sido sus logros para mejorar la vida de los españoles? ¿Qué medidas propuestas por ellos han sido eficaces?
Mucho ruido y pocas nueces. Es más, su acción de oposición dentro del propio gobierno ha dificultado la política europeísta y atlántica del PSOE, su política económica y su gestión de las relaciones entre el Gobierno y las instituciones, empezando por la Jefatura del Estado y terminando con los empresarios. Han cuestionado desde el sistema de monarquía constitucional, hasta la política exterior y de defensa, en materias tan delicadas como el norte de África o la presencia en la OTAN, han puesto palos en las políticas de vivienda, en las pensiones, en la innovación tecnológica… En cualquiera de los territorios de acción política que requerían sentido de Estado y compromiso de gobierno. Han conseguido, además, dividir al mundo ecologista –entre animalistas acientíficos y naturalistas informados– y algo particularmente grave como convertir al feminismo en un ámbito de enfrentamiento que desvía su verdadero objetivo, con leyes en ese territorio que son bodrios de dramáticas consecuencias. Este país no gana nada con ellos.
Pero ha perdido también el PSOE. Su matrimonio con Podemos les ha arrebatado referencias sociales tan importantes como la del feminismo o el medio ambiente; ha comprometido sus políticas sociales al dejarlas en manos de iletrados dogmáticos y arriesga la imagen exterior de España con un Gobierno que en la guerra de Europa se muestra irresponsablemente dividido. Entre otras cuestiones tampoco menores de liderazgo político por la izquierda.
No cabe esperar que Podemos se vaya de un gobierno que tantos sarpullidos provoca a sus principios. Porque éstos les valen lo que vale su supervivencia. Les va la vida en ello. Pero sí del PSOE que en algún momento deje la política utilitarista de seguir pillando poder, para pensar en la izquierda que quiere y necesita este país, ahora en manos de indocumentados y arribistas.
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