A pesar del...

Izquierda, robo y prostitución

Para el PSOE, robar está mal si es para uno, pero no está mal si es para el partido

El progresismo no es simplemente una mentira. Es, asimismo, contradicción y vacío.

El caso más llamativo de la contradicción es, por supuesto, la hipocresía, que en ocasiones estalla y sume a las izquierdas en la zozobra y el desconcierto.

Los socialistas se declaran incompatibles con el saqueo, pero cualquiera sabe que el socialismo y el robo son primos consanguíneos, como lo es la falsa pretensión progresista de ser modelo de virtud. Los memoriosos recordarán las primeras elecciones democráticas de 1977, cuando el PSOE se presentó con la brillante consigna de «cien años de honradez», que el personal rápidamente modificó añadiéndole: «y ni un minuto más». Efectivamente, los socialistas empezaron a robar ya entonces con las contratas de los ayuntamientos, como denunció Alonso Puerta, que por tal motivo fue posteriormente expulsado del PSOE.

Las irregularidades continuaron con mayor o menor intensidad, y con la misma hipocresía. Para el PSOE, robar está mal si es para uno, pero no está mal si es para el partido. Por eso Roldán era malo, pero en cambio había que anular parte de las condenas a Chaves y Griñán.

El último capítulo de la contradicción de la izquierda lo protagonizó Gabriel Rufián, que anunció severamente que seguirá apoyando a Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, pero siempre que todos los cacos socialistas hayan practicado el pillaje para ellos solitos. En cambio, si se prueba que saquearon para el PSOE, entonces proclamó Rufián que el asunto cambiaría de «escala», porque en ese caso ardería Troya y se quemaría Warren. Es decir, exactamente lo contrario de lo defendido por la tradición progresista hasta hoy.

En cuanto a la prostitución, la hipocresía ocupa todo el espacio en todos los partidos progres, con héroes del feminismo como Monedero, Errejón o Ábalos. Y casi ocupa toda la conversación y el escándalo.

Sin embargo, hay un aspecto que no ha sido subrayado, que es el vacío analítico de la propuesta estrella de la izquierda: abolir la prostitución. No se trata solo de la hipocresía. Es que no han dedicado estos líderes feministas ni un segundo a pensar en qué pasará después de la prohibición. Ese vacío podría ser llenado con numerosos ejemplos –desde la Ley Seca hasta las drogas, pasando por el contrabando– de controles y prohibiciones que desencadenan efectos notablemente nocivos, sin cumplir con el objetivo inicial.