
El buen salvaje
Un modelito de Rosalía para salvar a Palestina: ¡ridículo!
El socialismo ha desembocado en señora tomando el té con el meñique levantado
Palestina, la tierra prometida para la izquierda mundial. A pesar de que lo que allí sucede es terrible para todo el mundo, es la progresía la que se apresura a dejar constancia de que ellos llegaron antes a denunciar a Netanyahu y sus chingadas formas de actuar. El mundo está en llamas, pero hay quien solo ve rescoldos en algunos lugares. Hay muertos de hambre que aún pueden quitarse la dentadura postiza y otros, a los que no les da tiempo, o son tan niños que fallecen antes de que se les caigan los dientes. No solo en Palestina, el lugar de moda del Muro de las Lamentaciones. No es que defienda a Israel; el Dios cristiano del que formo parte me libre. Es que los buenrollistas solo ven el mal en algunas zonas, mientras que los demás se mueren anónimamente, como siempre, porque no tienen una bandera ideológica a la que asirse. En ese sentido, el mapamundi es una doble tómbola.
Es como las putas, antes de Koldo o después de Koldo. El hombre que susurraba cómo tenían que llevar la blusa para que se le notaran los pezones. Ahora las putas son el eje del Gobierno de izquierdas, pero las penurias de las mujeres que han de vender su cuerpo les importan un pimiento. O esa, son antiputas por ellos, para que no caigan en la tentación. Una manera machista de acabar con el machismo. La conclusión es que es la hipocresía la que acaba victoriosa en este debate burgués en el que lo que más importa son las apariencias. El socialismo ha desembocado en señora tomando el té con el meñique levantado.
Miguel Adrover, un diseñador con mucho ingenio, ciertamente, venido a menos, ha comunicado a Rosalía que no la vestirá si no afirma ante el mundo que está contra «el genocidio palestino». Esto nos lleva una pantalla más adelante. Para formar parte del club, no solo tienes que aparentar que eres de los nuestros, sino que has de mojarte hasta el fondo. No solo ansía que acabe el «genocidio» palestino, sino que todo aquel que no lo diga claramente será de alguna manera cómplice de su destino.
La izquierda ha buscado en la historia mil maneras de señalar al individuo y de castigar al díscolo. Un mal estilismo de Rosalía bien vale una conciencia tranquila. El comunicado de Adrover pone en circulación al diseñador, bueno, pero tanto tiempo olvidado, y no a Rosalía, que es una diva todo el rato. Palestina es en parte rehén de todo lo que Occidente vomita en su casa. Yo, de ser Rosalía, iría desnuda, con el pezón, a lo Koldo, tatuado con «Free Palestina».
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