Los puntos sobre las íes

Koldo solo era el machaca

Los investigadores hablan de «organización criminal» porque Koldo no es una isla podrida en la calle Ferraz

He de reconocer que ayer me cisqué en todo lo ciscable cuando leí la portada de este bendito periódico: «El Gobierno teme que el ‘caso Koldo’ sea la Gürtel del PSOE». Servidor pensaba titular por ahí esta columna, con la palabra Gürtel por bandera toda vez que lo de las mascarillas se antoja más un caso de corrupción orgánica que individual, ¡pero Marhuenda frustró mi plan! Así como resulta física y metafísicamente imposible que Gürtel y yendo más atrás en el tiempo, Filesa, salieran adelante sin el nihil obstat de las cúpulas del PP y el PSOE, idéntica conclusión hay que extraer del caso mascarillas que investiga la sigilosa y no menos eficaz UCO de la Guardia Civil. Los fontaneros de Filesa jamás hubieran cobrado mordidas para el partido a tutiplén mediante facturas falsas sin el consiguiente «¡adelante!» del vértice superior de la pirámide. ¿Acaso alguien se piensa que «el one», que diría Txiki Benegas, no tenía pajolera idea del asunto? ¿Que todo se resumía a Sala, Oliveró, Navarro, Aída Álvarez y demás pringados que pagaron el pato? Tres cuartos de lo mismo cabe colegir de un caso Gürtel en el que Bárcenas, Correa y cía no estaban solos sino más bien acompañados, muy bien acompañados. Todos ellos acabaron entre rejas por no tirar de la manta y comerse el marrón. Con lo cual, merecidito se lo tenían y por partida doble. Por golfos y por tontos. Y ahora nadie en su sano juicio se cree que Koldo García Izaguirre, el tío más famoso de España por deméritos propios, socialista baracaldés que no navarro de 54 años, haya actuado por libre. Que sea un verso suelto. Constituye una tomadura de pelo nivel dios limitar los daños a este armario empotrado que empezó su carrera en el partido como escolta. La naturaleza le dotó de un físico superdotado, perfecto para ejercer una labor en la que cuenta más la intimidación pasiva que la activa. Si un líder político va acompañado de un tipo de 1,95 y 100 kilos de peso, con brazos del tamaño de la pata de un ciudadano común, lo normal es que nadie ose vocear el «¡hijoputa!» de turno. Lo de agredirle ni siquiera se le pasará por la cabeza al energúmeno. Koldo fue primero guardaespaldas de Nicolás Redondo padre y luego intimó con el ahora secretario de Organización del PSOE, el todopoderoso Santos Cerdán, su cuate, su amigo del alma, la persona que lo enchufó como ángel de la guarda de José Luis Ábalos, primero en el partido, más tarde en el Ministerio de Transportes. Un Santos Cerdán que, teniendo en cuenta que Ábalos lleva casi tres años defenestrado, nos conduce directamente a Pedro Sánchez. Que es la mano derecha del pinochesco dios socialista lo demuestra el inobjetable hecho de que es el encargado de negociar con Carles Puigdemont la amnistía, el referéndum y demás menudeces. Sobra apostillar que los investigadores hablan de «organización criminal» porque Koldo no es una isla podrida en la calle Ferraz. Cuando tú y tus Soluciones de Gestión habéis trincado 50 millones por vender mascarillas a precios hinchados en lo peor de la pandemia en diferentes administraciones de España, todas ellas con un común denominador, el PSOE, es porque aquí hay tomate y del bueno. Baleares la controlaba Francina Armengol y el puño trincón y la rosa mandaban en Valladolid, en Canarias, en Adif, en Puertos del Estado y en Interior. Koldo debió de hacer de todo y por su orden. Pero Koldo era plurinominal: se llamaba también Santos, Francina, Óscar, José Luis, Fernando y Pedro, que tiene toda la pinta de ser el elefante blanco.