Opinión

Lamentable y preocupante lo de Extremadura

Que la candidata del PP diga públicamente que no acepta gobernar con quien le resulta necesario pactar es mero voluntarismo

En Extremadura ha sucedido lo peor que podía ocurrir tras el triunfo conseguido allí por el centro-derecha el pasado 28-M. En especial por tratarse de una región considerada como un objetivo político emblemático para la oposición, ante la necesidad de derogar el sanchismo y hacerlo visible ante el ya muy próximo 23-J.

Que la candidata del PP diga públicamente que no acepta gobernar con quien le resulta necesario pactar es mero voluntarismo, máxime si resulta que ni siquiera ha sido la candidata más votada. Con una Ley Electoral similar a la municipal, tras lo sucedido en la constitución de la Mesa de la Asamblea, Fernández Vara sería en estos momentos el presidente extremeño reelegido. Lo sucedido es lamentable y muy grave, ante la perspectiva de lo que está en juego para España en apenas un mes. A nadie de otro partido, repetimos, a nadie, se le puede exigir que te vote sin un acuerdo previo, y las formas utilizadas allí no son las más adecuadas para hacer que lo que es necesario –el cambio político–, sea posible.

De momento, lo conseguido es que la teórica nueva mayoría de la Asamblea se encuentra en minoría en su órgano de gobierno al regalárselo al PSOE, lo que no es una cuestión menor en una democracia parlamentaria. Con ello se ha creado una situación impropia de dirigentes con la madurez y sentido de la responsabilidad exigibles a quienes piden la confianza de los ciudadanos para representarles y gobernar las instituciones.

Apelar a una repetición electoral resulta en estos momentos un insulto a la inteligencia de los extremeños –y, dadas las circunstancias, a las de todos los españoles– y una falta de confianza en los dirigentes de los partidos aludidos, que se muestran incapaces de entenderse para gestionar el voto mayoritario recibido de las urnas. Lo que sucede es también una consecuencia de negarse a afrontar el PP la batalla cultural para derogar definitivamente el marco conceptual establecido por la izquierda en los ámbitos ético y moral públicos. En Europa ya se observa un cambio político que tiene en el norte con Finlandia y en el sur con Italia a países que se suman a los ya castigados del este Hungría y Polonia, hasta ahora minoritarios por no someterse a los dogmas impuestos por los «globalistas» para poder ser reconocidos como políticos «correctos». En estos momentos vemos que, al parecer, el mayor problema y la condición necesaria para pactar en Extremadura, así como el argumento central de la campaña nacional, es someterse a los dictados de los ideólogos del género.