El bisturí

La lista negra de los socialistas dignos

Los que mandan hoy en el socialismo, que no son los de antes, siguen echando mano de todo tipo de cortinas de humo

La posibilidad más que cierta de que Pedro Sánchez alcance un acuerdo para la investidura con el prófugo secesionista Carles Puigdemont similar al que selló con los herederos políticos de la banda terrorista ETA que comanda Arnaldo Otegi no sólo saca de quicio a los simpatizantes de PP y Vox. Numerosos próceres y votantes socialistas andan estos días sumidos en la indignación por el rumbo que está tomando su propio partido, sabedores de que existen líneas rojas que no conviene nunca traspasar para no caer en una debacle a la francesa y de que no todo vale en política con tal de alcanzar el Gobierno. Una de las voces más autorizadas dentro del PSOE en esta confrontación con Sánchez es Emiliano García Page. A diferencia de lo que ocurrió con Francina Armengol, a la que se ha promocionado como tercera máxima autoridad del Estado en calidad de presidenta del Congreso de los Diputados tras protagonizar una nefasta gestión en Baleares que ha devuelto el poder al PP en las islas, el presidente de Castilla-La Mancha logró revalidar su mandato en las urnas, lo que habla bien a las claras de que los ciudadanos de su comunidad avalan el trabajo que ha realizado. Page trabaja y, además, dice verdades como puños. A su juicio, «Puigdemont no puede tener sometido a libertad condicional al Gobierno de España», lamentando que el golpista fugado tenga el mando a distancia de la legislatura por el resultado diabólico del 23-J. Su aislamiento en medio de la corte de pelotas que es la actual cúpula de Ferraz le impiden, sin duda, dar el puñetazo encima de la mesa que esperan que se produzca otros dirigentes históricos de un partido cuyo papel fue trascendental durante la transición española. Entre ellos figuran Felipe González, Alfonso Guerra o Nicolás Redondo, pero hay muchos más. Las alertas de este último en torno a la forma de proceder del presidente del Gobierno en funciones son especialmente elocuentes. El que fuera secretario general del PSOE vasco entre 1997 y 2002 cree que esta legislatura constituirá uno de los episodios más bochornosos de la historia reciente de España y, en su opinión, es «intolerable» que el Ejecutivo se deje secuestrar por un prófugo. Como es natural, el actual politburó que domina el PSOE ha puesto en la lista negra a los que dedican tales reproches a Sánchez y no son pocas las informaciones que circulan echándoles en cara hechos pasados como el de los Gal, los escándalos con el hermanísimo o las puertas giratorias con las empresas del Ibex. Huelga decir que los que denostan a sus compañeros son los mismos que asisten genuflexos al espectáculo negociador de Sánchez y Félix Bolaños, el barco que sigue siempre la luz marcada por el faro del presidente. Para acallar precisamente estas voces críticas y, de paso, correr un tupido velo sobre las negociaciones con los secesionistas para perdonarles deuda y beneficiarles con la amnistía a cambio de su voto afirmativo en la investidura, los que mandan hoy en el socialismo, que no son los de antes, siguen echando mano de todo tipo de cortinas de humo. La de Rubiales, el mortadelo del fútbol que quiso emular a Casillas y pasar a la posteridad, les ha venido al pelo. Mientras se habla de él no se habla de la vergonzosa capitulación del Estado que trata de protagonizar Sánchez.