Cuartel emocional

La vida

Todo se acaba, es cierto, que se lo digan a Pablo Iglesias y a Irene Montero

¡Cómo cambia la vida de un minuto para otro! De repente al tal Aragonés se le tuercen los presupuestos, al Sánchez también de rebote y la legislatura se va al traste. Esa legislatura fuerte y duradera que prometía el vallisoletano Puente se desinfla y ante el fracaso electoral que se avecina en las europeas, no va a quedar más remedio que una convocatoria para unos comicios anticipados, quizá en otoño. Esa es la realidad de la vida política de estos prendas, metidos hasta los ojos en corruptelas graves que se deben esclarecer cueste lo que cueste, echando a la calle también ese grano purulento de Abascal que no hace más que entorpecer el recto camino que debiera seguir el centro derecha de este país para que todo volviera a una razonable normalidad. Entre tanto, la pobre Ayuso, sobre la que cae toda la basura que derrama la ultraizquierda reinante, ante una disyuntiva brutal ente su carrera política y los dictados del corazón, unas cargas pesadas, unos disparos con bazooka que no evidencian más cosa, que demuestran palpablemente que es ella la jefa de la oposición, la rival del pequeño caudillo monclovita, que es ella a la que temen. Qué pena ese discreto peso que tienen Feijóo y sus más cercanos, modelo Cuca o Pons, cuya fecha de caducidad ha pasado hace mucho, lo mismo que Arenas en su momento, y qué pobreza de cantera de donde echar mano. Lo mismo ocurre del otro lado, no nos engañemos. España necesita una renovación de caras, frescura y lozanía, eso que todos vamos perdiendo con los años, y no es que el panorama esté lleno de vejestorios, es que en un lado está la decepción de no ser capaz de conseguir una mayoría suficiente, lo cual hunde los ánimos, y en el otro el desgaste de la lucha por mantenerse en el poder y los pactos vejatorios y desvergonzados a los que tienen que someterse. Sabemos que carecen del escrúpulo suficiente como para que les afecte, pero las caras se ven cada vez más ajadas y la lucha por la supervivencia política es cada vez también más denodada.

Todo se acaba, es cierto, que se lo digan a Pablo Iglesias y a Irene Montero, otrora unos Bonnie and Clyde en la primera fila del Parlamento español, reconvertidos en taberneros, abriendo un pequeño bar en el madrileñísimo barrio de Lavapiés mientras se conmemoran los atentados del 11-M y algunos nos preguntamos por qué no se hace lo mismo con los crímenes de ETA para que nadie se olvide, para que no desaparezcan de la historia de España y para que se medite a quien votar en el País Vasco antes de elegir a los gobernantes de la región de entre los asesinos, los verdugos que segaron casi mil vidas sembrando la desolación entre las familias.

Luego nos enteramos de que soldados ucranianos son capados y violados por los rusos y hay quien todavía pide que saquen la bandera blanca. Me pregunto si existe peor infierno que el que allí se vive, o el planteado por Hamás con las matanzas indiscriminadas, o la pobreza extrema en países como Burkina Faso, o el hambre en la Franja de Gaza. La vida es bella, sí, para unos más que para otros. La vida me lo ha hecho saber.

CODA. La pobre Princesa de Gales está en boca de todos. No sabemos qué ocurre en aquella casa, pero ahí hay algo no bueno. No queremos una nueva versión de su suegra Diana, así que más le valdría ponerse las pilas, ordenar su vida y su imagen y no precisamente con Photoshop. “La vida que pende de todo, / la vida de cada emoción, /la vida en exceso,/ la vida de un beso,/ la vida me ha hecho canción”.