Opinión

El «martirio» de Pedro Sánchez

Es más que probable que Pedro Sánchez no tuviera conocimiento de que el día de hoy, 29 de abril, la Iglesia hace memoria de San Pedro Mártir en el calendario litúrgico

Es más que probable que Pedro Sánchez no tuviera conocimiento de que el día de hoy, 29 de abril, la Iglesia hace memoria de San Pedro Mártir en el calendario litúrgico. Caso contrario no hubiera anunciado que hoy daría a conocer el resultado de su retiro temporal del mundo oficial, para reflexionar acerca de si su permanencia o no, en La Moncloa (y el Falcon), merece la pena en sus actuales circunstancias. Esta aparente «mera» coincidencia, sin embargo encierra en sí misma una aparente paradoja. Que Sánchez no está canonizado todavía es evidente, entre otras razones porque para estarlo debería necesariamente haber abandonado esta vida terrenal. Lo de mártir se presta sin embargo a debate, ya que en su misiva pública dirigida a toda la ciudadanía española, alude de forma clara y reiterada a estar sufriendo una persecución quasi martirial en la persona del ser humano al que parece querer más , que es su esposa. Lo que le provoca según afirma en su misiva pública y publicada, una grave preocupación y dolor, y que él achaca al lodazal en el que «la derecha y la ultraderecha» han convertido la política española, no aceptando el veredicto de las urnas que le llevaron a La Moncloa. Resulta llamativo que eso le preocupe –hasta el extremo de lo que ha hecho–, si todo es una mera y sucia acusación sin fundamento alguno. En definitiva, si todo no es más que una manipulación de la «derecha y la ultraderecha» –como repite hasta 14 veces en su carta–, que quiere destruirle políticamente. Caso de ser así, bastaría y sobraría con dar la cara, aclarando todo lo necesario para acreditar que no existe conflicto de intereses ninguno entre sus actividades políticas y las profesionales de su mujer. Y, por supuesto, presentar las querellas que procedan por el daño producido a sus respectivos honor e intereses. Lo que resulta tan novedoso como lamentable, es lo que ha hecho, dañando la reputación nacional y colocando a nuestra democracia al nivel de la peruana actual, por ejemplo, con el caso de los relojes de la primera mandataria. Para Sánchez, que accedió al gobierno –con el peor resultado de la historia de su partido (84 escaños)–, mediante una Moción de censura para «salvaguardar la calidad de nuestra democracia», amenazada por «la corrupción del PP» en el caso Gürtel, resulta que criticarle a él es un atentado democrático inadmisible. Y prometió transparencia para impedirla en el futuro, con la imagen del actual PSOE a su altura. Todo un espectáculo bochornoso y deplorable. Cuando lean estas líneas ya será conocida su decisión. Ojalá me equivoque por el bien de España.