Tribuna

Más cojones que principios

Pedro Sánchez no va a dar su brazo a torcer. Su conocido manual de resistencia si no está hecho de acero inoxidable, casi

Uno de los potenciales beneficiados por la ley de amnistía inquirió a un buen conocedor de los tejemanejes de la cocina post 23 de julio sobre la resiliencia de Pedro Sánchez ante la contestación de la derecha (y de los disidentes de la izquierda) que se avecinaba. Dudaba el presunto beneficiado por la norma si tendría el Presidente del Gobierno suficiente arrojo para sostener el pulso. A lo que su interlocutor, un tipo con mucho peso en los acuerdos que se han materializado desde los indultos, respondió tajante «tiene más cojones que principios».

La sentencia resume a la perfección la percepción que tienen los aliados parlamentarios del PSOE sobre Pedro Sánchez. Tanto vascos como catalanes. Saben que es un tipo que no se arruga, que ha demostrado audacia desde que ganó un pulso al felipismo y al imperio Prisa. Y también saben perfectamente que si los nuevos tiempos, o las mayorías de parlamentarias, invitan a cambiar de opinión, se cambia. Y donde dije digo, digo Diego. O sencillamente sea aquello que pronunció el economista que inspiró a Roosevelt, John Maynard Keynes, «cuando las circunstancias cambian, yo cambio de opinión ¿usted qué hace?» O tal vez fuera Winston Churchill el padre de la cita quien había dicho que cada vez que consultaba un problema económico a tres economistas recibía tres opiniones distintas. Dos de ellas, adujo, del mismísimo Keynes.

Pronto olvidamos que Pedro Sánchez abjuraba de un acuerdo con Podemos. Y con el independentismo. Y que antes intentó llegar a un acuerdo con Albert Rivera, antes que este se desplomara a velocidad de vértigo. Otro, por cierto, que también cambió de opinión. 180 grados. De suscribir un pacto con Pedro Sánchez a negarle los votos al del PSOE para evitar que Pedro Sánchez pudiera lograr la Presidencia del Gobierno. O tal vez, precisamente, para empujarlo a pactar con Podemos y la periferia. El tacticismo se llevó por delante a un Rivera que llegó a contar con el respaldo de las élites para perderlo en la medida que se despeñaba en las encuestas. O malograba sus menguantes votos con decisiones erráticas y estériles.

Aunque poco podía pensar Pedro Sánchez que el temporal que iba a tener que capear se iba a convertir en una tormenta. Y que llegado el momento incluso preferiría estar con la polémica de la amnistía a tener que lidiar con el caso Koldo, que está dando que hablar y que nadie sabe a ciencia cierta a quién puede llegar a salpicar. Más cuando Pedro Sánchez llegó a la Moncloa gracias al escándalo de la Gürtel. Esto es, tras la sentencia de la Audiencia Nacional de mayo de 2018 que consideraba probado «un sistema genuino y efectivo de corrupción institucional a través de la manipulación de la contratación pública central, autonómica y local».

Hay una diferencia notable entre la Trama Gürtel y el Caso Koldo de índole judicial. Y es que esta primera está en una fase muy preliminar mientras la Gürtel acabó con condena y tras ésta Pedro Sánchez presentó la moción de censura. Y otra es de índole práctica por mucho que Puigdemont alardee de que él no se anda con chiquitas y es capaz de darle la puntilla a Sánchez. Y es que el PP no tiene posibilidad alguna de sacar adelante una moción de censura. Con lo que hay Sánchez para rato a menos que fuera el mismo Sánchez quien decidiera dimitir o convocar elecciones. Y no va a suceder ni una cosa ni la otra. Ni se va a producir una rebelión en el PSOE que lo eche como lo echaron los felipistas en 2015. No hay músculo. E incluso Page ha salido al rescate. No sea que igual le dé de refilón. Tanto frenesí por hacerse con mascarillas no se produjo sólo en Baleares o Canarias. Pasó en cada localidad. Y Page gobernaba pletórico, con mayoría absoluta, su comunidad.

Pedro Sánchez no va a dar su brazo a torcer. Su conocido manual de resistencia si no está hecho de acero inoxidable, casi. Además le va la supervivencia en toda regla. Las próximas elecciones son las vascas. En las que las encuestas pronostican que no se va a estrellar pese a poder perder un diputado. Y aunque las encuestas no siempre aciertan –menos las de Tezanos que come aparte- las elecciones vascas van a seguir manteniendo al PP en un rincón en esa comunidad. Tal vez con algún diputado más. Pero quien va a ser decisivo a todas luces para salvar al PNV del posible zarpazo de Bildu es precisamente el PSOE que, sin lugar a dudas, va a volver a pactar con los de Ortuzar. Las vascas pueden ser un balón de oxígeno para el PSOE aunque las europeas den un claro triunfo al PP.