El trípode

Más propio de la psiquiatría que de la política

Pero la intención última de su estrategia ya sabemos que es advertir a los españoles que pueden dormir tranquilos porque frente a otro eventual Franco ultraderechista, siempre estará él para garantizar la democracia en España.

Lo de Sánchez con Franco quizás sea más propio de la psiquiatría que de la política, ya que no contento con dedicarle un acto cada tres días para conmemorar que el próximo 20 de noviembre se cumplirán 50 años de su fallecimiento en una cama de la Residencia madrileña La Paz de la Seguridad Social, ahora les ha encargado la misma tarea a los embajadores de España por el mundo. Aunque imagino que a nuestro representante ante las NN.UU. en Nueva York, no le solicitará que lo conmemoren con un minuto de silencio al igual que ya hicieron en 1975 en señal de duelo por él. Ya dijimos que si su obcecación no le cegara, quizás habría aplicado el refrán popular de que «no hay mayor desprecio que no hacer aprecio» y el acontecimiento hubiese pasado desapercibido para buena parte de la opinión española, pública y publicada. Pero la intención última de su estrategia ya sabemos que es advertir a los españoles que pueden dormir tranquilos porque frente a otro eventual Franco ultraderechista, siempre estará él para garantizar la democracia en España. E, incluso, en el mundo si necesario fuera, como indica a nuestros embajadores. Debería ser consciente de que su cerril obsesión con Franco está llevando a muchos españoles que no tenían particular interés por su figura a interesarse por él y como sucede con la Agenda 2030, cuya insignia luce orgulloso en su solapa todo el día –aunque ignoramos si la luce en la solapa de su pijama también por la noche–, convierte a los no sanchistas en adversarios de la misma, su animadversión contra Franco les convierte asimismo en «simpatizantes» suyos. Y que al hilo de estas consideraciones de «actualidad», también consiga que los españoles se interesen por el pasado histórico del siglo XX de España previo al franquismo. La «progresista» República que la memoria histórica que él considera democrática pretende no sea conocida imponiendo por ley que quede fuera de su ámbito de aplicación. Son los democráticos sucesos protagonizados por sus progresistas predecesores del Frente Popular y las bandas de malhechores del tripartito de socialistas, comunistas y anarquistas que sembraron España con la sangre de miles de mártires por el grave delito de ser católicos. Si necesita de algún ejemplo para ilustrar su progresista conducta al efecto, le sugiero la lectura del Bando del Comité Revolucionario de Játiva del 24 de octubre de 1936, con el sello de la CNT y la UGT. Si necesita más ejemplos, no lo dude: hay múltiples similares a este en no pocas localidades españolas del momento. A su disposición.