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El milhombres

Lo peor es la falta de respeto del gobernante para con sus administrados

El presidente regional Salvador Illa se ha preguntado en público por qué hay gente que tiene miedo a que la convivencia vuelva a Cataluña aceptando a todos e incluyendo a los independentistas. Fenomenal. El cobarde por antonomasia dando supuestas lecciones de valor a los demás.

En Cataluña, no existe esa gente temerosa que Salvador Illa se inventa para intentar justificarse. Lo que hay que preguntarse más bien es por qué gente con altas responsabilidades políticas sufre tanto pavor a aplicar la legalidad de una manera recta y natural en la comunidad. Gentes que prefieren regalar impunidades que perder siete votos decisivos que les mantendrán a cualquier precio en el poder.

Sucede precisamente al revés. Una de las cosas que mas me enorgullece de mis paisanos es que, a pesar de tener unos proyectos absolutamente antitéticos para la región, los catalanes, indepes o no, hemos seguido colaborando valientemente, con concordia, ayudándonos y conviviendo con serenidad en la vida cotidiana. Por tanto, nadie tiene miedo a que la convivencia retorne a la región por el simple hecho de que nunca se ha ido. Esos miedos imaginarios que Salvador Illa se inventa y esas supuestas convivencias rotas no resisten el más mínimo contraste con la actualidad catalana de cada día.

Lo peor es la falta de respeto del gobernante para con sus administrados. Porque, para justificar sus intereses particulares, no duda en insultar a una gran parte de la población catalana dando a entender capciosamente que aquel que no piensa como él es porque le falta valor para hacerlo.

Para intentar que aceptemos una amnistía indefendible que les conviene solo a un puñado de políticos para sus chanchullos, se nos quiere hacer creer que es la única alternativa posible. Y no. Existe un gran abanico de posibles salidas a la situación de Puigdemont. Solo requieren del concurso de estadistas con el valor de no preferir el camino chapuza y facilón.