Apuntes

Ministro, Eta, como Stalin, siempre ha hecho política

No entiende el ministro, al parecer, que Eta, llámese como se quiera –Sortu, Bildu, Batasuna– siempre ha hecho política y que nunca dejará de hacer política, porque su objetivo final es una Vasconia independiente

El día que la Guardia Civil liberó a Ortega Lara, muchos conductores hicieron sonar, festivos, el claxon del coche cuando se cruzaban con un radio patrulla de Tráfico. Y, al menos es lo que yo vi, había emoción en el rostro de aquellos guardias, parados en un arcén de la M-40. Sólo tenemos que recordar ese momento de felicidad general ciudadana para entender cómo hacía política la banda etarra, porque, once días después, la alegría se tornó en infinita tristeza cuando supimos del asesinato de Miguel Ángel Blanco, maniatado y con un tiro en la nuca. Ahí, en esos días, con las calles y plazas de España llenas de gente que pedían por la vida del joven concejal, los cuatro avispados del mundo abertzale, no crean que había más, comprendieron que habían perdido la partida frente a una sociedad que no hubiera tolerado que su gobierno cediera al chantaje terrorista y que nunca vio con buenos ojos los intentos de negociación con esos asesinos repugnantes.

La máquina del Estado se puso en marcha y, por fin, recibimos la ayuda de nuestros aliados, cicateros ellos, porque la propaganda nunca es inocua y, sostenida en el tiempo, provoca los efectos buscados durante décadas, si no centurias. No hay más que repasar los despachos de las agencias internacionales hablando de un «movimiento vasco de liberación nacional», mientras los de la capucha hacían política asesinando embarazadas, niños y jubilados, pero, también, desde sus medios de comunicación, sus partidos y la red de supuestas asociaciones culturales y educativas, la mayoría, pagadas con nuestros impuestos. Te señalaban desde la letra impresa y, cuando las elecciones, los chicos de la kale borroka ponían petardos en los actos electorales del PP o trataban de intimidar, al grito de fascistas, a quienes asistían al mitin en el velódromo donostiarra de Anoeta, ciudad en la que siempre obtenían la mayoría de votos los populares, como en Rentería lo hacía un PSOE cuyos alcaldes tenían que disparar el chupinazo de las fiestas patronales protegidos por la Policía. Pero, eso, también era política.

Ahora, según la docta opinión del ministro Puente –al que le ha caído el marrón de los trenes, monumento a la desidia de los gobiernos de Sánchez–, Bildu hace política y es un digno partícipe en el sistema democrático español. No entiende el ministro, al parecer, que Eta, llámese como se quiera –Sortu, Bildu, Batasuna– siempre ha hecho política y que nunca dejará de hacer política, porque su objetivo final es una Vasconia independiente. Ya no será marxista y autogestionaria, pero cambiar de disfraz también es hacer política.