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Eleuteria

La muerte civil de Monedero

La izquierda radical, con su discurso de culpabilidad preventiva y su rechazo a las garantías procesales, ha creado este clima de indefensión y de negación de la presunción de inocencia

La caída en desgracia de Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, acusado recientemente de acoso sexual, recuerda al escándalo que meses atrás salpicó a Íñigo Errejón. Las similitudes son evidentes: apenas se conocieron las denuncias, las instituciones vinculadas a Monedero –la Universidad Complutense, el diario Público y el propio Podemos– han iniciado un expeditivo proceso de distanciamiento. La Complutense investiga oficialmente las acusaciones de acoso a estudiantes, Público ha suspendido su colaboración y Podemos, que el propio Monedero ayudó a crear, se lava las manos alegando que cortó lazos en 2023, cuando tuvo noticia de estos señalamientos.

Este caso merece tres reflexiones. Primero, hemos normalizado que acusaciones no probadas, que tal vez ni constituyan delito o carezcan de condena firme, basten para decretar la «muerte civil» de una persona. Monedero acaba de perder (al menos por ahora) su puesto universitario, ha sido excluido de Público y se expone a ser expulsado radicalmente de Podemos, de modo que, salvo que acabe encontrando refugio en la dictadura chavista, se habrá consumado su ostracismo en España. Que una o varias mujeres señalen a un hombre, sin necesidad de pruebas concluyentes, activa un linchamiento social que gran parte de la sociedad aplaude o tolera.

Segundo, lo anterior no es incompatible, claro, con que Monedero sea víctima de la hoguera que él mismo ayudó a encender. La izquierda radical, con su discurso de culpabilidad preventiva y su rechazo a las garantías procesales, ha creado este clima de indefensión y de negación de la presunción de inocencia. Aunque su responsabilidad es más intelectual que legislativa –no fue diputado ni ministro–, no puede eludir su papel en avivar un fuego que ahora lo consume. La revolución, como siempre, devora a sus hijos.

Tercero, el escándalo también salpica a la cúpula de Podemos, desde Pablo Iglesias hasta Irene Montero o Ione Belarra. Estos líderes, que han legislado normas como la ley del «solo sí es sí» y pregonado la condena inmediata a los que meramente hayan sido acusados (que no condenados) de acoso, muestran una hipocresía lacerante. Belarra, secretaria general, justifica el silencio sobre Monedero en 2023 –pese a conocer las acusaciones– con un supuesto afán de proteger a las víctimas, mientras ella misma le dedicaba despedidas afectuosas en redes sociales. A su vez, Iglesias lo mantuvo en Canal Red hasta enero de 2024, e igualmente lo despidió con tono fraternal, lejos de tratarlo como el depredador que nos quieren hacer creer que fue atendiendo al discurso del «hermana, yo sí te creo». Al parecer, lo del «hermana yo sí te creo» sólo resultaba aplicable para la plebe, pero no para ellos, los tribunos de la plebe.