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Obedientes, dinosaurios y el III Plan de Desarrollo franquista

Los parlamentarios socialistas deben sus escaños al líder del partido y llevarle la contraria significaría el final de sus carreras políticas

Salvador de Madariaga (1886-1978), ministro de Instrucción Pública en la II República y sobre todo liberal y europeísta, exiliado mientras duró el franquismo, escribió que «el poder es la capacidad de obtener obediencia». En 1944 publicó una carta dirigida a Franco en la que le conminaba: «¡General, márchese usted!», quizá una versión que inspiraría los «váyase usted» de decenios más tarde. Franco obtuvo, manu militari, muchas obediencias. El inquilino de La Moncloa también ha logrado el suficiente número de obedientes para conservar el poder. Es posible que haya bastantes votantes socialistas que no vean con buenos ojos la opción de amnistiar a Puidegmont y los suyos. Es probable que varios diputados del PSOE piensen lo mismo que González y Guerra, ahora despreciados como dinosaurios de una época remota. Reticencias al margen, es inimaginable que un diputado del PSOE vote, no ya a favor de Feijóo en la investidura, sino que se abstenga y menos aún que se oponga a la de Sánchez. El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, y también Esperanza Aguirre, han hablado de esa posibilidad. No deja de ser un sueño imposible de una tarde de otoño. Los parlamentarios socialistas deben sus escaños al líder del partido y llevarle la contraria significaría el final de sus carreras políticas. El Tribunal Constitucional determinó en su día que el escaño es del diputado o del senador y no del partido. Nadie lo discute, pero en la práctica, es del partido, que es el que decide quién puede ser parlamentario y quién no, ya que confecciona las listas electorales. Todo es democrático y transparente, pero el poder es del partido, no de los elegidos por los votantes. Diputados y senadores, como ocurre en el Reino Unido, EEUU, Francia y otros países, serían más independientes si fueran elegidos de forma directa por los electores. En esos países, no son extraños casos de ruptura de la disciplina de voto porque se sienten respaldados en sus circunscripciones. En España, también en las filas el PP, es inimaginable. Solo en asuntos muy menores y como excepción se admiten discrepancias. No las ha habido, por cierto, en lo de aplicar la libertad de usar lenguas en el Congreso antes de aprobar la disposición. Recuerda al artículo primero del III Plan de Desarrollo franquista que decía «se aprueba el III Plan de Desarrollo para el cuatrienio 1972-1975», que hacía inútil cualquier debate de tramitación posterior, aunque, como pantomima, lo hubo. Y sí, Sánchez conseguirá la investidura gracias al poder que otorga la obediencia, como decía Madariaga.