
El trípode
«De palacete a palacete y tiro porque me toca»
Entre el palacete en París del PNV y el palacete en Waterloo de Puigdemont, anda el juego de los socios de Sánchez, y que tienen un valor económico y político muy progresista, ya que por ellos sobrevive el sanchismo.
Entre el palacete en París del PNV y el palacete en Waterloo de Puigdemont, anda el juego de los socios de Sánchez, y que tienen un valor económico y político muy progresista, ya que por ellos sobrevive el sanchismo. Puigdemont ha transformado su ómnibus en un microbús, pero toadavía exige que Sánchez le rinda pleitesía en su palacete, aunque quizás Cerdán consiga un acuerdo transaccional y le reciba en Bruselas, que está muy cerca y es menos ostentoso. En cuanto al PNV, su progresismo le ha permitido hacer un negocio redondo para sus finanzas, ya que el regalo de París valorado en unos 17 millones de euros convierte además al Estado español en inquilino suyo por el que abonará un millón al año de alquiler hasta 2030. En la memoria democrática española ya tienen esos palacetes un lugar destacado como símbolo de la identidad del sanchismo: compraventa de votos mediante palacetes. Para seguir estando en el Gobierno al «módico» precio de un millón de euros al año por el voto de sus progresistas socios nacionalistas vascos y la propiedad con carácter vitalicio. Ciertamente, las finanzas del PNV no necesitan ya del cupo para vivir holgadamente. Por su parte, el de los catalanes de Junts no es menor ya que tienen 7 diputados y el Consell de la República y la estancia y los viajes al palacete de Waterloo es muy cara. De momento no consta que Junqueras y Otegi pidan otro para ellos, aunque los indultos y amnistías tienen un valor considerable. Además, la entrega del de París era de «urgente y extrema necesidad» como exige la Constitución para regalárselo mediante un Real Decreto Ley, circunstancia que no consta sea el caso de otros. En cuanto al de Waterloo, el Estado español de momento solo le paga el alquiler a Puigdemont porque su adquisición no está formalizada, pero todo se andará. De momento, el Gobierno estuvo esperando dos horas en un salón del Palacio de La Moncloa a que el inquilino del palacete de Waterloo diera su consentimiento al troceamiento del ómnibus en el nuevo microbús. Tampoco consta, por ahora, que el Palacio de La Moncloa donde reside su acólito, sea reclamado para no ser menos que sus colegas vascos que tienen el de París. Pero no adelantemos acontecimientos porque la Presidencia del Gobierno de España antes de su actual ubicación estuvo en otro palacete, más reducido, pero de magnífica ubicación en el centro de la Villa y Corte en el Paseo de la Castellana, número 3. Uno en París y otro en Madrid y todos contentos. Y Sánchez puede seguir residiendo en el de La Moncloa.
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