El trípode

El Papa hoy en Fátima...

Las palabras que hoy dirija a los muchos jóvenes peregrinos que le acompañarán allí junto a otros muchos prelados de la Iglesia católica universal deberán ser por tanto debidamente analizadas.

Hoy 5 de agosto es primer sábado de mes, y el papa Francisco está en Fátima. Hacer este subrayado no es una cuestión baladí dado el triste desconocimiento que existe de una muy importante devoción a la que acompaña una promesa de salvación para las almas de quienes la cumplan durante 5 primeros sábados de mes seguidos. Fue la Virgen María quien la prometió en Fátima a los tres Pastorinhos el 13 de Julio de 1917, y la formalizó en Pontevedra el 10 de diciembre de 1925 por medio de Lucía, motivo que creemos no es ajeno a esta visita de hoy en el marco de la JMJ de Lisboa que finalizará mañana.

Las palabras que hoy dirija a los muchos jóvenes peregrinos que le acompañarán allí junto a otros muchos prelados de la Iglesia católica universal deberán ser por tanto debidamente analizadas. Precisamente, dada esa no «mera» coincidencia también con la actual situación bélica entre Ucrania y Rusia desde el 24 de febrero del pasado año y sin ningún atisbo de un alto el fuego que abra unas negociaciones que cuando menos establezcan una tregua y a ser posible un armisticio entre los dos bloques enfrentados. Rusia y la guerra remiten, se quiera o no reconocer, de forma clara a Fátima y en especial a las palabras que Ella le trasladó a la entonces religiosa Dorotea, sor Lucía, en la localidad gallega de Tuy el 13 de junio de 1929: «…al final mi Corazón Inmaculado triunfará: el Papa me consagrará Rusia, que se convertirá, y le será dado al mundo un tiempo de paz». Faltaban entonces 10 años para la Segunda Guerra Mundial y ese día pidió esa Consagración para evitarla. El papa Pío XI no la hizo y vino la guerra. El papa Juan Pablo II efectuó una importante consagración al interpretar la coincidencia de su atentado con la fiesta de Fátima el 13 de mayo de 1981, y desaparecieron sin violencia alguna el Muro de Berlín y la misma URSS, ésta precisamente el día de la Inmaculada de 1991.

Hay numerosas revelaciones marianas privadas, que anuncian el comienzo de importantes acontecimientos para el mundo tras la visita de un Papa a Rusia. Se anuncia una significativa escala «técnica» de Francisco en Moscú en el vuelo de ida o regreso de su próxima visita apostólica a Mongolia. «El Señor de la Historia» la escribe junto a los hombres respetando su libertad, y tiene decretado una destacada responsabilidad para el Papa y Rusia por medio del Inmaculado Corazón de Su Madre para estos tiempos que se anuncian de singular tribulación para la humanidad.