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El trípode del domingo

Par evitar una Tercera Guerra Mundial: Fátima

Hoy el mundo vuelve a vivir una situación de grave riesgo y la respuesta debe venir de un «rearme espiritual» y no tanto de uno militar

La situación en Gaza y Ucrania es motivo de preocupación internacional -dado el daño humano diario, unido al riesgo de que un eventual «error humano» provoque una guerra de imprevisibles consecuencias. Ese «error» fue el eufemismo utilizado por Kennedy y Kruschov con ocasión de la «crisis de los misiles de Cuba» de 1962, considerada el momento de mayor peligro de una confrontación nuclear entre EEUU y la URSS durante la Guerra fría de 1945 -1991. Esta comparación no es ninguna exageración, dada la inestabilidad política existente, que provoca que se hable de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. Un riesgo alentado y difundido que lleva a que toda Europa Occidental apueste por un rearme urgente y de elevado incremento en el gasto militar. Este inestable escenario debe provocar una profunda reflexión sobre la causa y la manera de evitar este peligro. Y repasar la Historia del pasado siglo con sus dos guerras mundiales nos conduce de manera directa a Fátima y a lo sucedido allí en 1917. Entonces, la Primera Guerra Mundial comenzada en 1914 estaba en pleno desarrollo, que no auguraba un final próximo ni militar ni político, y la Virgen les dirá a los tres pastorinhos el 13 de julio que «las guerras son consecuencia de los pecados de los hombres» y que «si no había conversión vendría una guerra mayor» (que sería la Segunda). Y conociendo que no habría conversión, ofreció la singular Gracia de la Consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón efectuada por el Papa «en comunión con todos los obispos del mundo». No hubo nada de ello y vino la Segunda Guerra Mundial. Durante la Guerra fría hubo un momento de gran tensión entre EEUU y la URSS que se superó cuando san Juan Pablo II entendió la «coincidencia» del atentado sufrido el 13 de mayo de 1981 con la fiesta de Fátima como un urgente llamado a cumplir aquel mensaje. Hizo la Consagración, y el Muro de Berlín y la URSS desaparecieron sin violencia ninguna. Hoy el mundo vuelve a vivir una situación de grave riesgo y la respuesta debe venir de un «rearme espiritual» y no tanto de uno militar. El mensaje de Fátima tenía el objetivo de impedir la guerra difundiendo la devoción al Corazón Inmaculado de María, al entender que se habría conseguido por medio de él. Y para que su Inmaculado Corazón fuera «venerado junto al Sagrado Corazón de Él». Asimismo concedió la devoción de «los cinco primeros sábados de mes», Devoción Mariana que si no se cumple por convicción, conviene se cumpla por interés: para salvar el alma y evitar la guerra. Y rezar por León XIV.