El buen salvaje

Pedro, ¿qué tal se gobierna con la extrema derecha?

Junts per Catalunya abraza la teoría, conspirativa o no, y ya muy desmenuzada, del «gran reemplazo» por la que los europeos blancos serán sustituidos por islamistas de cualquier raza o negros de cualquier religión

Las últimas elecciones se decantaron por el gobierno este raro gracias a los aspavientos de última hora que alertaban de que llegaba la extrema derecha. Todo antes de que metieran baza los opositores al socialcomunismo. Hasta Puigdemont valía. El partido del fugado es, como buen nacionalista, protofascista, xenófobo, vaya, que la extrema derecha es el ala progre de Junts. Y con ese partido y ese candidato ha pactado la izquierda del PSOE y Sumar la primera medida estrella de la Legislatura, ya saben, que Cataluña tenga competencias en inmigración.

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, que anda muy preocupada haciéndose fotos, ¡con Errejón!, para lo que has quedado Íñigo, si todavía te apellidases Onieva, con los microplásticos, como si fueran tendencia «fashion» en las playas de La Coruña. La moda plástica nunca ha triunfado más allá del chubasquero transparente. Pedro y Yolanda, regreso, que es que me distrae cualquier pajarillo, y cualquier raya en el agua, duermen tranquilos mientras en algunos pueblos, como en Ripoll, donde gobierna Silvia Orriols, de Aliança Catalana, gracias a Junts, se preparan antorchas contra Frankenstein, no el gobierno, sino el otro, el diferente, el monstruo, el de fuera, el que quería salvar Sánchez cuando decía a los del buque Aquarius: «Venid a España, que aquí está la Tierra Prometida». ¿Y ahora qué le contamos a Colau que quiso dar una paga a los manteros de Barcelona por delinquir?

Junts per Catalunya abraza la teoría, conspirativa o no, y ya muy desmenuzada, del «gran reemplazo» por la que los europeos blancos serán sustituidos por islamistas de cualquier raza o negros de cualquier religión. Es lo más parecido a lo malo de Francia que hay en España. Marine Le Pen, Salvini, Orban, Abascal, en fin todo ese grupo de la Alt-right, se unen en comunión con los de Junts, cada uno a su manera, para alcanzar la epifanía de los elegidos. Charnegos ya se le quedó estrecho a Junts, es un concepto antiguo que apenas causa miedo en la Cataluña profunda que aspira a subirse a los hombros de otro catalán porque solo los hombros de otro de tu raza puede salvarte de caer en el estiércol.

Si esa misma transferencia la tuviera Castilla y León, donde Mañueco gobierna con Vox, o en Extremadura, o en Valencia, la zurda infantiloide y macarra pulsaría las calles como los botones de un videojuego y ardería Troya. Todos en defensa del pobre inmigrante «que ha llegado con lo puesto». Al cabo, si quieres subir el salario mínimo tienes que escupir a los moros. Eso es el gobierno de progreso.