
Editorial
El peor balance en corrupción de Europa
Sus conclusiones son rotundas y se sintetizan en que el Ejecutivo de coalición de izquierdas no ha cumplido al cien por cien ninguna de las recomendaciones del Greco
El Grupo de Estados contra la Corrupción (Greco) del Consejo de Europa ha encontrado en el Gobierno de España un hueso duro de roer. Esta administración ha acumulado ya siete años de reproches y reconvenciones, de fiscalizaciones sobre los progresos en materia de limpieza, ética y transparencia democráticas con resultados del todo insuficientes. Para muestra, un botón, con el último informe que Moncloa se ha encargado de bloquear para que fuera conocido en plena canícula y su consiguiente altavoz amortiguado. Sus conclusiones son rotundas y se sintetizan en que el Ejecutivo de coalición de izquierdas no ha cumplido al cien por cien ninguna de las recomendaciones del Greco. En total, son 19 deberes que el sanchismo ha sido incapaz de satisfacer en su plenitud y que habla tan poco y tan mal de todos los señalados como el rosario de escándalos que cerca hoy al gabinete. Europa ha lamentado «la falta de acción decisiva y de resultados tangibles». Ha concretado en los pobres progresos de nuestro país en materia de transparencia de los altos cargos y asesores, la falta de códigos éticos, los riesgos de conflictos de intereses, los aforamientos, la regulación de los «lobbies», la publicidad de las agendas oficiales... entre otros asuntos. Hay que mencionar también que el Greco ha reconocido algún que otro hito como el denominado Plan de Acción para la Democracia, que no hace sino dejar aún más en evidencia la desidia general de Sánchez también frente a la voz de Europa que persigue ejemplaridad e integridad. Por supuesto que la lectura de Moncloa ha respondido a la contumacia de una administración que es intolerante a la autocrítica y a la censura en general venga de donde venga. Convertir la admonición en consideración y encomio de manera pública hasta interpretar que el veredicto del GREGO «constata que España avanza en la prevención de la corrupción», únicamente es posible en actores extraños a la ética y huérfanos de escrúpulos. Ni para Europa ni para el Greco debe resultar una sorpresa la manipulación del sanchismo por ser una conducta reincidente, que se ha extendido también, por ejemplo, a la despolitización de la justicia en nuestro país, su alineamiento con los estándares de independencia de la Unión, que este Gobierno ha rehuido. La exposición europea del sanchismo puede que haya pasado el límite de no retorno en cuanto a desprestigio e imagen manchada. Que el presidente parezca ya una figura desvanecida en el concierto de líderes comunitarios, que haya virado su agenda internacional hacia su zona de confort en el populismo iberoamericano, parece el lógico resultado de un régimen opaco y personalista, de pulsión despótica, al que le cuesta cumplir con los códigos y las convenciones de las democracias plenas de nuestro entorno. El sanchismo está marcado por la corrupción dentro y fuera de nuestras fronteras.
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