Al portador

«Sí se puede», pero más tarde y quizá que lo «puedan»

Si sigue Sánchez a nadie le extrañaría que cambie de opinión. Si no, que sean otros quienes apechuguen con el histórico «podemos» de Obama

Barack Obama, que está estos días por Barcelona porque no quería perderse el concierto de Bruce Springsteen, llegó a la Casa Blanca a lomos del eslogan «Yes, we can», es decir, «Podemos», un referente desde entonces, con muchas adaptaciones, entre ellas las que forofos futboleros convirtieron en un «sí se puede». Todos los políticos darían lo que fuera por un buen eslogan, algo que siempre acarrea votos. Sánchez y Feijóo todavía no tienen ninguno definitivo para las elecciones generales, aunque barones y baronesas de ambos partidos tengan los suyos propios para autonómicas y municipales. Ahí está Isabel Díaz Ayuso que hace un par de años triunfó con «comunismo o libertad» y que ahora afina un nuevo lema para esta campaña.

El Gobierno, mientras tanto, juega a varias barajas con los últimos datos económicos que –aunque hay de todo– le permiten apuntarse un tanto. El paro ha subido hasta los 3,12 millones, pero también es cierto que hay el mayor número de empleados desde hace quince años, porque tanto en tiempos de Aznar como de Zapatero hubo más. El PIB subió un 0,5% en el primer trimestre. No es un crecimiento desmesurado, pero sí el mejor de los grandes países del euro y lo será el resto del año. Eso sí, en abril, los precios volvieron hacia arriba. La inflación está en el 4,1% y la subyacente en un muy elevado 6,6%, aunque un porcentaje algo menor que el mes pasado. Todos estos datos llegan cuando el Gobierno remite a la Comisión Europea el Programa de Estabilidad 2023-2026, que exuda triunfalismo, en una especie de «sí se puede» económico-fiscal. Los equipos de Nadia Calviño, la mejor anfitriona de Bruselas en sus tiempos en la capital belga, y de la volcánica María Jesús Montero prevén casi el mejor de los mundos. España, en teoría, se compromete a rebajar el déficit público –en 2022, en el 4,8%– al 3% en 2024, un año antes de lo hasta ahora previsto y, todavía más, a conseguir superávit primario –no contabiliza intereses de la deuda– en 2025. En la práctica supone reducir el déficit en 20.000 millones en dos años, pero el Gobierno quiere hacerlo sin gastar menos –salvo ajustes técnicos– y con más ingresos, es decir, más impuestos. Es posible. La otra opción es recortar el gasto y 10.000 millones, apenas un 1,5% sobre los 640.000 millones de gasto total. No parece tan complicado. «Sí, si se puede», pero será el trabajo, la patata caliente, del próximo Gobierno. Si sigue Sánchez a nadie le extrañaría que cambie de opinión. Si no, que sean otros quienes apechuguen con el histórico «podemos» de Obama.