
El buen salvaje
Racismo es pagar 200 euros a los inmigrantes de Mojácar
Los inmigrantes de Mojácar iban a votar al PSOE, el partido libertador, vivan las cadenas, por hasta doscientos euros. Al menos ofrecían más que los de Melilla
En los grandes mítines electorales, de un tiempo a esta parte, muchos simpatizantes de diferentes géneros, pesos, medidas y razas se sientan tras el candidato para demostrar la diversidad del posible votante. Nunca falta un hombre o una mujer negra con la idea de que se subraye bien eso que llaman multiculturalismo, como si los rubios de ojos azules no tuvieran también una mochila cultural vikinga o de por ahí, y los magrebíes, por otra parte, se parecen tanto a algunos españoles a la mediterránea que en esa mescolanza no resaltan a no ser que les delate la indumentaria, y por ahí los partidos no pasan: todos de Zara, Scalpers (los que yo me sé) u otras versiones semipijas como Silbon o Scotta. El racismo no es decir «Señorita Escarlata» (con acento). El debate de final de campaña a cuenta de los insultos a Vinicius ni siquiera se abrió de lo pobre que eran los argumentos, pura tertulia Sálvame de fútbol, con Pipi Estrada diciendo que las personas de raza negra andan libremente por las calles españolas. El racismo tampoco es, aunque también, lo que fuera que gritaran al jugador, que más que una raza es un símbolo de un equipo que al parecer mueve más el instinto que el color de piel.
Lo que viene a ser una muestra de racismo intolerable es que intenten comprar votos de inmigrantes en Mojácar que, como diría una vecina, no tienen donde caerse muertos. En el pueblo donde veranea el presidente del Gobierno. Quizá algunos de los extras que posaron mientras él daba una de sus charlas era de allí mismo, alguien que solo quería trabajar en el campo y que le ofrecieron doscientos euros por votar al PSOE. Al cabo, ¿qué son doscientos euros si los comparamos con los veinte millones que cobra Vinicius? Pero, a lo que voy, racismo es pagar esa propina por un voto de un partido que, según sus dirigentes, tiene más de un siglo de historia y que solo posee un valor moral, tal vez también arqueológico, como el Santo Grial para Indiana Jones.
Claro que hay racismo en España. Pero no es Vinicius, eso es el aliciente de una grada emborrachada de su propio vómito, y además, Vinicius es parte del sistema por el que hay racismo, sobre todo en Brasil. Quién sabe si Vinicius votó a Bolsonaro. Pero si lo hizo fue porque quiso. Los inmigrantes de Mojácar iban a votar al PSOE, el partido libertador, vivan las cadenas, por hasta doscientos euros. Al menos ofrecían más que los de Melilla, tan cutres que no pasaban de cincuenta, lo justo que necesita un yonqui medio para pasar el día.
✕
Accede a tu cuenta para comentar