Tribuna
Reflexiones tras la masacre de Hamás
El presidente Sánchez no supo expresar en términos claros y a tiempo la condena del ataque terrorista de Hamás contra un país amigo y democrático
La salvaje matanza del pasado día 7 de octubre en el sur de Israel ha provocado un cambio trascendental en el curso de la historia de Israel, del pueblo judío y probablemente de Oriente Medio. Entrenados, armados y financiados por la inteligencia militar de la República Islámica de Irán, unos 3000 terroristas de Hamás atacaron 30 poblaciones aledañas asesinando a 1400 personas entre ellos bebés, mujeres y ancianos, hiriendo de gravedad a 5000 y secuestrando a por lo menos 242 rehenes, en una estremecedora puesta en escena, haciendo gala de una crueldad sin límites.
En España, el Gobierno, lastrado por la servidumbre hacia sus socios de coalición y ante la proximidad de la investidura, no ha estado a la altura de las circunstancias.
Tras la dimensión de la masacre, surgen ciertas reflexiones:
Hamás tiene como principales objetivos la instalación de un Califato Islámico en Palestina y la destrucción de Israel, respondiendo principalmente a los intereses estratégicos de Irán y de Qatar. El objetivo inmediato de Irán fue frenar el éxito diplomático de los Acuerdos de Abraham y las negociaciones entre Israel y Arabia Saudí.
Israel y su ejército tienen todo el apoyo de su pueblo, del pueblo judío en la diáspora y de los países democráticos más importantes para la erradicación de Hamás de la Franja de Gaza.
Israel y sus aliados deben realizar todos los esfuerzos posibles para la liberación de los rehenes. Israel y sus aliados deberán eliminar también el peligro que supone Hezbollah, otra de las franquicias de Irán, en el sur del Líbano. La República Islámica de Irán no debe contar nunca con armas sofisticadas de largo alcance ni con la bomba atómica. Esta afirmación no requiere de mayores explicaciones.
Las democracias del mundo han de ser conscientes de la situación de Israel como última frontera ante la expansión del Islam radical. Da la impresión que hemos olvidado pronto los atentados contra la Embajada de Israel en Buenos Aires (1992), contra la Asociación Mutual Israelita de Argentina en Buenos Aires (1994), contra las Torres Gemelas (New York, 2001), en Bali (2002), en Madrid (2004), en Londres (2005 y 2017), en París (2015), en Barcelona y Cambrils (2017) y en tantas otras ciudades del mundo.
La Autoridad Palestina y los palestinos deben rechazar el odio y el terrorismo así como desterrar la corrupción si pretenden obtener alguna credibilidad y negociar con Israel. Las grandes potencias, al este y al oeste, han de promover el diálogo entre palestinos e israelíes, y amparar un acuerdo a largo plazo para una cohabitación en paz y seguridad.
La política de apaciguamiento con la República Islámica de Irán solo empodera a los extremistas, provoca inestabilidad cuando no guerras. De ahí que todo acuerdo nuclear, presente o futuro, deba quedar sin efecto alguno.
La Unión Europea y las comunidades musulmanas han de diseñar un plan conjunto para fomentar la educación –basada en el respeto al prójimo y principalmente a las mujeres– de las jóvenes generaciones árabes y musulmanas residentes en Europa.
La extrema izquierda estalinista del tipo Sumar/Podemos en Europa y en América Latina sigue jugando con serpientes, creyendo que podrá tener éxito entre las masas agrediendo a los judíos y deslegitimando a Israel.
El gobierno de España ha proyectado una imagen errática a raíz de esta crisis. Ocupando la presidencia de la Unión Europea no ha podido suscribir el comunicado conjunto a favor de Israel efectuado por EE UU, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. El presidente Sánchez no supo expresar en términos claros y a tiempo la condena del ataque terrorista de Hamás contra un país amigo y democrático. Llamó al primer ministro de Israel 15 días después del ataque, no hizo una declaración solemne en Las Cortes, no vino a la Sinagoga para el acto de solidaridad organizado por las comunidades judías en España y solo se entrevistó con su representante 16 días después. El presidente Sánchez tampoco rechazó las deplorables declaraciones anti-israelíes, basadas sin pudor alguno en falsedades y mitos antisemitas de la vicepresidenta Yolanda Díaz y de las ministras Belarra y Montero.
Tampoco el PSOE envió a representante alguno a las manifestaciones a favor de Israel y de la liberación de los rehenes convocadas por las comunidades judías españolas los días 10 y 22 de octubre aunque afortunadamente sí asistieron socialistas del PSOE de la Transición. Fue el ministro de Asuntos Exteriores Albares quien se reunió con representantes de las comunidades judías el 11 de octubre como si fuéramos extranjeros en nuestro propio país.
En un ejercicio de hipocresía y demagogia, las mujeres del complejo Sumar/Podemos no se han solidarizado con las mujeres judías y no judías, israelíes o extranjeras vejadas, violadas o asesinadas por los hombres terroristas de Hamás.
España parece alinearse una vez más del lado incorrecto de la historia.
Una pena.
Isaac Querub, es ex presidente de la Federación de Comunidades Judías de España.
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