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Sin Perdón

Una resistencia basada en el apoyo de los serviles

«A Puigdemont no le gusta Sánchez y rechaza sus políticas económicas y sociales, pero se deja engañar por sus enviados»

La situación de deterioro del Gobierno es tan asombrosa como su capacidad de supervivencia. Es cierto que se han unido factores que no habían sucedido hasta ahora. En primer lugar, está la firme determinación de Sánchez de mantenerse en el Gobierno a cualquier precio. No importan los escándalos que le afectan a él y a su partido. Todo se reduce a repetir el relato de que es una inexistente conspiración de la fachosfera. Nada que ver con lo que decía cuando estaba en la oposición. No se puede esperar coherencia y rigor de quien considera legítimo utilizar la mentira como arma política. No siente ningún rubor cuando los medios de comunicación independientes de La Moncloa recuperamos los cortes de voz con sus declaraciones de hace un tiempo. Las dimisiones que exigía a otros no se las aplica ni a él ni a sus colaboradores. A esto hay que añadir que está dispuesto a incumplir, como ya está haciendo, el mandato constitucional de presentar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado. Es impresionante que los medios de comunicación, los juristas y los opinadores que atacaban hace unos meses al PP por la situación de bloqueo en la renovación del CGPJ no digan nada ante este escándalo democrático.

No hay ningún artículo de la Constitución que establezca que se trata de algo voluntario, sino que es una obligación clara que no permite ninguna interpretación. Ni siquiera el servil Conde-Pumpido sería capaz de avalar este despropósito. A los socios de coalición y los aliados no les importa este atropello. Sánchez está dispuesto a agotar la legislatura sin presentarlos. Con ello entramos en otro aspecto que explica su supervivencia. No hay una mayoría alternativa para desalojarle por medio de una moción de censura. Hemos comprobado que no le importa perder votaciones en el Congreso. Es algo que provocaría elecciones generales en Francia, Alemania, Italia o el Reino Unido. No le importa, porque tiene cortinas de humo para que los medios serviles aprovechen para atacar al PP, que es su deporte favorito, y no critiquen al inquilino de La Moncloa, que les trata con enorme generosidad con cargo al dinero público. El Gran Apagón y las mentiras que vamos conociendo hubieran provocado la caída de cualquier gobierno, pero estamos ante la versión más deleznable de la palabra “resistir”. A Sumar no le interesa una convocatoria de elecciones, porque Yolanda Díaz y sus adláteres perderían sus chollos. No hay nada más sólido que el patriotismo de billetera. A Podemos le viene bien la situación de deterioro, porque no tiene más que esperar para engordar su resultado electoral y acabar con la sopa de siglas de Sumar.

En el caso de los dirigentes del PNV, no tienen ningún principio o ética, salvo sus intereses, y les conviene un Sánchez débil para seguir con el saqueo de España. Cuanto más dure la legislatura, les resulta más rentable y, cuando llegue el PP, se limitarán a hibernar a la espera de la siguiente oportunidad. Por mucho menos apoyaron una moción de censura contra Rajoy, pero ahora les resulta conveniente la corrupción que rodea al PSOE. Es cierto que tienen la excusa de Vox, pero la realidad es que es puro oportunismo. Les interesa aprovechar la coyuntura. ERC es un aliado rendido al sanchismo. Necesita tiempo para recuperarse, aunque es otro tonto útil que ayuda a engordar a Salvador Illa. Es bueno recordar que son independentistas y que les gustaría acabar con España. No puedo negar su coherencia y un personaje sin principios como Sánchez es una oportunidad que difícilmente se repetirá. Mientras llegan las próximas elecciones, aprovechan para sacar rédito a su apoyo, también debilitando el Estado de Derecho y beneficiando a los socialistas en Cataluña. No son muy listos, aunque están contentos.

El caso de Junts es muy interesante. A Puigdemont no le gusta Sánchez y rechaza sus políticas económicas y sociales, pero se deja engañar por sus enviados. Le han convencido de que un gobierno del PP sería malo para sus intereses y es otro que ayuda a que Illa crezca electoralmente. No hay encuesta que diga lo contrario. Es evidente que camina con paso firme a la derrota electoral en las próximas autonómicas. Los negociadores de Sánchez le engañan con la oficialidad del catalán en la UE y culpan al PP de que no salga adelante, aunque es muy fácil comprometerse a aquello que no se puede conseguir. En el sanchismo, la verdad no es importante, sino el relato. En cualquier caso, es impresionante que Sánchez esté dispuesto a comprometer centenares de millones para comprar los votos de sus aliados. El balance de sus cesiones provocaría una indignación generalizada en cualquier país de Europa, pero tiene un partido totalmente controlado a su servicio, como se ha visto con el procesamiento de su hermano. Ha dado la instrucción de que Gallardo provocara la renuncia de un diputado autonómico y los que le seguían para aforarse, sin importarle el daño que ha provocado al PSOE en Extremadura. El auto de la magistrada que ha instruido el caso es demoledor y no hay más que ver los cuatro indicios de criminalidad que señala, aunque ha servido para sufrir una brutal campaña de descalificación.

El acoso a los jueces, la sumisión de la Fiscalía a sus intereses y la indignidad de Conde-Pumpido al frente del Tribunal Constitucional son otros factores fundamentales para garantizar su supervivencia. A estas alturas solo se mantienen independientes los primeros. No hacen más que cumplir estrictamente su función constitucional. Por ello, el Gobierno quiere reformar las carreras judicial y fiscal para acabar con la separación de poderes. No hace más que incrementar los riesgos de politización y debilita los principios en los que se basa el Estado de Derecho. A esto hay que añadir que se busca dotar al Fiscal General de un poder enorme, para que sea un auténtico autócrata al servicio del sanchismo.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)