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Sin Perdón

La máquina del fango y la contraofensiva sanchista

«El nivel de los sanchistas es tan bajo, salvo excepciones, que no tienen salida profesional mejor que seguir en sus cargos»

El termómetro más eficaz para testar el estado anímico de Sánchez y sus huestes es TelePSOE, ya que es una pieza fundamental de la maquinaria propagandística monclovita. El cosificado presidente del Gobierno, un político frágil y sensible, nunca se ha planteado abandonar La Moncloa. Es una de esas mentiras que colocan sus publicistas en los argumentarios que sigue la nueva prensa del movimiento. Nadie que le conozca mínimamente se puede tomar en serio que vaya a renunciar voluntariamente al sueño de su vida y por el que sería capaz de hacer cualquier cosa. Otro aspecto distinto es que intente victimizarse para generar empatía entre los votantes de la izquierda. Ante cualquier escándalo, los dirigentes del PP son culpables in vigilando y tienen que dimitir. En cambio, el cosificado es una víctima de Ábalos, Cerdán y Koldo, que traicionaron su confianza. Lo es de los injustos ataques que sufre su mujer de unos malvados jueces, políticos y periodistas. La lista es larga, pero podemos resumirla en que cualquier crítica es un ataque injusto al político cosificado.

Sánchez ha decidido seguir en La Moncloa. Es una muestra de su carencia de principios éticos, pero está en su derecho. Y es coherente con su estrategia victimista. Se sacrifica para que la derecha no alcance el poder. Como es normal, es aplaudido por los mercenarios del sanchismo como Óscar López, Óscar Puente y Patxi López, que se sienten muy cómodos en su papel de voceros e inquisidores. Hay que hacer méritos para seguir en el cargo y mantener una familia. Es algo que se ha convertido en un grave problema que afecta a todos los partidos. El miedo a la derecha es una teoría más propia de los autócratas con los que empatiza y muestra la fragilidad de sus principios democráticos. No se puede esperar mucho de quien se ha convertido en el agente político de China o Palestina, cuyos gobernantes no respetan ni los derechos humanos ni las libertades públicas. Su simpatía está en los izquierdistas radicales y populistas iberoamericanos. Es un error llamarle dictador o decir que quiere imponer una dictadura, porque es hacerle un gran favor. Uno de los errores del centro-derecha son las críticas de brocha gorda que solo complacen a los más radicales. Es más eficaz criticar su prepotencia, soberbia o deriva autoritaria. Es más contundente denunciar sus ataques al Estado de Derecho y la limitación de poderes, pero la historia se repite y se acercan a Génova los tecnócratas sobrevalorados como los hermanos Nadal, los lobistas dispuestos a servir al PP y al PSOE y los falsos centristas que podrían estar en cualquier partido. Desde luego, el PP no está en la batalla de las ideas, sino en recuperar el poder. No es una crítica, porque fue un error de Aznar y Rajoy que es habitual en la UE. Lo que se valora es que los políticos sean fieles y leales. Es cierto que el esperpento del sanchismo no existe en ningún país de nuestro entorno.

A pesar de los aprovechados, hay que reconocer que en el PP se sigue valorando el mérito y la capacidad, porque Feijóo es un político que hizo los deberes, estudió la carrera en una universidad prestigiosa, no ha falsificado su currículum, no le han regalado un doctorado, no es un pijo socialista, sino de familia trabajadora, superó una dura oposición para ser funcionario, ha vivido de su trabajo y ha sido un gestor eficaz. Es una lástima que incorpore a sorayistas, casadistas y adoradores de la economía de amiguetes, así como que no se produzca un cuerpo doctrinal sólido y original. No descarto que vea la luz.

Mientras tanto, el sanchismo ha emprendido su contraofensiva con la eficaz ayuda de TelePSOE y la prensa del movimiento. Tras asumir que se puede mentir impunemente y generar un ecosistema que vive gracias a su generosidad, es lógico que la ofensiva sea sólida y contundente. La eficacia o no de los ejércitos de mercenarios es algo muy estudiado por los historiadores. En este caso, la soldada es muy elevada y la motivación se basa en la supervivencia. El nivel de los sanchistas es tan bajo, salvo excepciones, que no tienen salida profesional mejor que seguir en sus cargos, trabajar como lobistas, como sucede con Curtichs y Blanco, o avanzar en su sueño de ser un magnate de la comunicación, como es el caso del multimillonario Contreras.

El caso Montoro, con una instrucción frágil y cuestionable, aunque guste mucho a la izquierda, ha dado munición al sanchismo. A esto se une la guerra de los currículums, fruto de la titulitis que sufre la política española y que contrasta con lo que sucedía hasta la llegada de Sánchez al poder, y los ataques miserables contra Ayuso. Ahora están elevando a los altares, dicho irónicamente, a Aldama por un audio donde exculparía a Begoña Gómez de haber mediado en favor de Air Europa. Por supuesto, consideran que otros aspectos son irrelevantes, aunque no dirían lo mismo si afectaran a la pareja de algún dirigente del PP. Lo del hermano es otra obsesión de la fachosfera y el filtrar datos de contribuyentes solo es malo si lo hace Montoro. Lo de Cerdán, Ábalos y Koldo no es grave, porque son tres desaprensivos, dos de ellos puteros, que traicionaron a Sánchez, que no sabía nada. En cambio, el PP es un partido que sufre una corrupción sistémica, mientras que el PSOE es víctima de indeseables. Finalmente, España, Europa y el mundo necesitan del liderazgo del cosificado, ya que es un estadista, como dirían Marlaska y Morant, excepcional e irrepetible. No podemos prescindir del nuevo centinela de Occidente, que es un caudillo providencial para hacer frente al trumpismo y la ultraderecha. No se lo cree ni el propio Sánchez.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)