Cuartel emocional

Mazurca para una Reina

Doña Sofía apuntala el acervo patrio con naturalidad, sin fingimientos ni imposturas.

En este domingo de Pascua “llueve con cortesía, amor y serenidad, mejor sería decir que llueve a golpes y súbitos arrebatos porque también a la lluvia le han robado su aire”. En estos momentos tan desajustados podríamos decir, como ya se dijo en “Mazurca para dos muertos”, año 1984, “España es un cadáver, no quiero ni pensarlo pero me da mucho miedo que sea un cadáver, lo que no sé es el tiempo que tardaremos en enterrarlo, ojalá me equivoque, ojalá no esté muerta sino desmayada y pueda despertar. España es un hermoso país que salió mal, a los españoles casi ni nos quedan ánimos para vivir, los españoles tenemos que hacer enormes esfuerzos y también tenemos que gastar muchas energías para evitar que nos aniquilen los otros españoles”. Esto, como digo, fue escrito en el 83 y publicado en el 84, pero hacía referencia a un país de posguerra, una España que se asemeja a la del presente, huera de valores sociales, humanos, políticos, donde todo es mentira, donde lo auténtico queda arrinconado, reducido a pequeñas manifestaciones que solo los bien nacidos saben valorar, como el traslado del Cristo de la Buena Muerte a hombros de ese cuerpo que todo el mundo toma a chufla, el de los Legionarios, donde el orden, la disciplina y el afán por la defensa del país son bandera. Sin meapilismos ni fanatismos todavía quedan unos cuantos que valoran la tradición y el sentir que pretenden ahora borrar de un plumazo. En medio de todo, con su inquebrantable presencia, la Reina Sofía apuntalando el acervo patrio con naturalidad, sin fingimientos ni imposturas. En la página de al lado, Sánchez con el Falcon averiado y sin poder ir a Doñana, ¡vaya por Dios!; el seminarista Albares, facilitando a los vagos, a los insustanciales como él acceder a la carrera diplomática, pasando por alto los fallos y potenciando, ¡como no!, la memoria histórica, la que les conviene a ellos, claro, la que solo relata una parte y la otra la obvia porque quienes la vivieron no están vivos para contarlo; la televisión oficial chanchulleando poniendo ora una directora, ora la de más allá porque la anterior ya no conviene haciendo que se nos venga a las mentes aquella comisaria política llamada María Antonia Iglesias, la gran manipuladora, la gran dictadora de las noticias en tiempos del socialismo guerrista que ya lo quisiéramos ahora, paradójicamente, para los días de fiesta, sin olvidar al perro ladrador que llegó de Valladolid, el dóberman matón llamado Puente que mucho ladra y poco muerde porque, finalmente, está hueco y sin sustancia; y, para rematar y saltando el charco, el candidato independiente que está acaparando protagonismo en EE.UU, en plan spoiler y de apellido Kennedy –hijo de Bob, aquel que fue también asesinado dos meses más tarde que Martin Luther King-, que viene a poner la cosa difícil tanto a Biden como a Trump y a animar la campaña electoral, que ya de por sí trae mucha enjundia. En fin, que ni en Semana Santa dejamos de estar moviditos. Claro que con este tiempo más vale tener temas para el debate.

CODA. En Arabia se pretende una ciudad vertical, un edificio a dos mil metros de altura, que seguramente será vivible en un futuro pero muchos preferimos vivir a ras de suelo y no fabular con utopías que ya vamos siendo mayorcitos y el vértigo no es buen consejero. Feliz Pascua de Resurrección y que Dios guarde a la Reina Sofía.