
Tribuna
La ruleta ucraniana
Se logrará firmar un acuerdo de alto el fuego en Ucrania que, aunque no resuelva todos los problemas, evite más matanzas y sufrimiento a la población civil, constituyendo el primer paso imprescindible hacia la paz y estabilidad futura en Europa
Comienza el nuevo año con un clima de cansancio generalizado por el conflicto de Ucrania. Hace casi tres años que empezó la invasión masiva rusa y son ya diez desde el inicio de la ocupación de Crimea y la inducida insurrección en el Donbás. El anuncio del Sr. Trump de que acabará en 24 horas con el conflicto ucraniano tras ocupar de nuevo la presidencia norteamericana ha sido interpretado universalmente como que forzará a Ucrania a ceder territorios a cambio de un cierto tipo de paz. El carácter volátil de Trump añade incertidumbre a cómo podría ejercer presión sobre el presidente Zelenski, pero uno de los instrumentos más previsibles es la amenaza de cortar la ayuda militar norteamericana. Si esta ayuda disminuye o llega a desaparecer, la debilidad política europea haría prácticamente imposible sustituirla teniendo en cuenta que nuestra economía colectiva no está actualmente posicionada para apoyar una guerra de este nivel. Tampoco la opinión pública europea está preparada para enfrentarse bélicamente a Rusia. Estos tres factores mencionados –cansancio, Trump y debilidad europea– hacen urgente empezar a reflexionar sobre cómo obtener la paz. Los europeos tenemos que empezar en el 2025 a invertir en serio en la ruleta de la supervivencia común.
Los dos componentes básicos de un posible acuerdo entre Ucrania y Rusia que pare la actual carnicería son las concesiones geografías que tendría que otorgar la invadida al invasor y, todavía más crucial, las garantías que Ucrania obtenga de que Rusia no volverá a intentar dominarla militarmente en un futuro próximo. Las primeras, las dolorosas concesiones geográficas, afectan pues a la soberanía ucraniana mientras que las segundas, las garantías, inciden principalmente en su concepto de seguridad. Un simple acuerdo de alto el fuego requeriría únicamente garantías de que no se va a repetir el Memorándum de Budapest de 1994 –de amargo recuerdo– por el que Ucrania cedió sus armas nucleares a cambio de vagas promesas –sin garantías suficientes de protección– de no ser atacada por Rusia. Esta vez, valga la redundancia, la garantía tiene que estar garantizada y –desgraciadamente– solo los EEUU pueden ofrecer una seguridad verosímil frente a Rusia; bien directa o indirectamente; aislada o asociada con otras naciones, por ejemplo, en el seno de la ONU. Tan solo la OTAN estaría excluida al ser una verdadera línea roja existencial para Moscú. La entrada en la UE sería una lógica compensación a que Ucrania renunciara a la OTAN. Tras eventualmente firmar un acuerdo de alto el fuego, tanto Ucrania como Rusia podrían seguir manteniendo vivas diplomáticamente sus reclamaciones territoriales con lo cual el concepto de soberanía nacional –según lo entienden ambas partes– se mantendría teóricamente aunque aplazando la resolución del contencioso de las fronteras a una fase negociadora posterior probablemente más complicada.
Aceptada la premisa de que las garantías de que no se vuelva a repetir en un futuro próximo otra invasión rusa es la primera condición en la fase inicial de la resolución del conflicto ucraniano y admitido también que solo los EEUU tiene credibilidad suficiente para ofrecerlas, Ud. puede albergar todavía una legítima duda: ¿es el caprichoso e inconsistente Trump el personaje político adecuado para ofrecer seguridades en un asunto tan delicado como este de la paz en Europa por el que tanta sangre y tesoro se ha derramado desde el 2014? El líder que ha amenazado con invadir Panamá, comprar bajo coacción Groenlandia y anexionarse Canadá ¿es el guardián adecuado de la seguridad ucraniana y en cierto modo también de la europea? ¿Podremos dormir tranquilos con Trump en la Casa Blanca? Sinceramente, yo no tengo la respuesta, pero recientes acontecimientos en los EEUU hacen concebir una cierta esperanza en que el Partido Republicano pueda poner algún freno a la volatilidad infantil del Sr. Trump. Últimamente el Congreso no ha seguido las órdenes de Trump para tumbar la prórroga de los presupuestos y derogar el techo de endeudamiento que era una demanda del futuro presidente y sus alborotados subrogados. También han sido descabalgados preventivamente algunos de sus pintorescos candidatos a altos cargos mucho antes de ser preceptivamente aprobados por el Senado. Todo esto ofrece ciertos indicios de que los peores instintos transaccionales de Trump pueden ser frenados por el estamento político norteamericano que tiene personas de indudable valía una vez que logren superar el temor por su supervivencia personal. Los Sres. Putin y Zelenski tampoco están en sus «finest hour», así que un poco de realismo en sus aspiraciones máximas puede ayudar a disminuir las expectativas de todos, lo que suele ser un requisito previo para alcanzar un acuerdo de paz estable. Esta es pues mi predicción de lo que marcará la ruleta ucraniana para este año que comienza: se logrará firmar un acuerdo de alto el fuego en Ucrania que, aunque no resuelva todos los problemas, evite más matanzas y sufrimiento a la población civil, constituyendo el primer paso imprescindible hacia la paz y estabilidad futura en Europa. Ojalá acierte con mi apuesta. Todo al 2025.
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