El trípode

Sábado Santo: entre el dolor y la Gloria

Sin duda es este Sábado una jornada para meditar, unidos a María como Madre Nuestra, sobre el profundo sentido de un acontecimiento sin igual en la Historia

Hoy, con el Sábado Santo, concluye el Triduo Pascual, un día en que el dolor, el silencio y la soledad de la Virgen María Madre de Jesucristo dominan por encima de cualquier otro sentimiento o emoción humana. Sin duda, para Ella es un día de transición entre el extraordinario dolor experimentado por la terrible Pasión padecida por Su Hijo durante las largas horas transcurridas desde la noche del Jueves Santo hasta la noche de hoy. Largas horas pasando por las tres de la tarde de ayer Viernes Santo, cuando desde la Cruz, encomienda su alma en las manos de Su Padre Dios, una vez ha consumado su sacrificio redentor para la humanidad.

En la vigilia de esta noche, la Virgen Dolorosa vivirá el inmenso gozo de ver absolutamente demostrada su fe, al contemplar a Su Hijo ya resucitado y glorioso. Precisamente la tradición de la Iglesia Católica, y por ese motivo, considera el sábado como el día de la semana especialmente dedicado a la devoción a la Virgen María, acompañándola en su Dolorosa Soledad. La liturgia de hoy y los fieles la viven igual que Ella, en el silencio y el luto por el Señor todavía muerto y enterrado, a la espera de la vigilia de esta noche, en que ya resucitado, Jesucristo vuelve a hacerse presente en la Misa, y lo hace actualizando en cada una de ellas Su Santo Sacrificio del Calvario. Sacrificio único y de inmenso valor, que derrama copiosas gracias a los fieles que las ruegan y se acogen a ellas, como imprescindible ayuda para seguirle en esta vida, caminando junto a Él con la esperanza de poder así alcanzar el Cielo y gozar allí de la eternidad junto a Dios.

Sin duda es este Sábado una jornada para meditar, unidos a María como Madre Nuestra, sobre el profundo sentido de un acontecimiento sin igual en la Historia. Desde el Big Bang con el que hace 13.750 millones de años Dios Padre dio comienzo a la inmensidad de la Creación Universal por medio de su Hijo Dios, el mundo no había conocido el sentido último de esa iniciativa Divina. Que es lo que hoy conmemoramos y agradecemos, y sucedió «apenas» hace unos dos mil años.

Resulta muy esperanzador y motivo de especial gratitud en el mundo actual, en tantos lugares tan alejados de Dios, que en España y en la América hispana evangelizada por ella, se viva la Semana Santa con la devoción popular manifestada de manera tan singular con las procesiones que acompañan por las calles sus hermandades y cofradías entre la devoción de los fieles.